En pedazos

Por Yudi Kravzov

Adoro caminar por las calles empedradas de San Miguel con unos tragos de mezcal bien puestos, buscando con fascinación las raíces de los árboles que, destruyendo el pavimento, marcan en la tierra el pasar del tiempo. 

En junio los días son más largos y los atardeceres tienen un color azul húmedo. Yo aproveché para pasear porque puedo pensar en todo eso que acababa de vivir en la clase de dibujo en la galería, hasta que una pareja recargada en un sauce besándose con hambre me distrajo al punto de quedarme inmóvil frente a ellos. Un poco lejos, para no asustarlos, y despacito, muy lento, saqué mi cuaderno y mi lápiz. Quería poner en práctica todo lo que me acaban de enseñar sobre el dibujo, y vino a mí el recuerdo de ese novio medio exhibicionista con el que conocí callejones que nunca antes vi en mi propia colonia.

Pensando en esa que fui, me puse a dibujar a esos amantes que estaban ahí y, silenciosa, avivé mis recuerdos y traté de dibujar cómo nos besábamos en lugares públicos por horas. Lo nuestro era enroscarnos el uno al otro, darnos besos hasta con la nariz. Esas travesuras me ponían el corazón a una velocidad distinta. Todo alrededor se detenía. Me quedaba sintiendo amor por toda la piel, ligando mi armonía como una piedra que se abraza a la resortera antes de salir disparada a una orgía de dioses que se encuentran bailando dentro de mi cuerpo.

La oscuridad cubrió a los novios frente a mis ojos, fue entonces que di por terminada la tarde. Me hubiera podido acercar más a ellos pero preferí quedarme quieta. Después, sentí caer el frío y aproveché el ruido del viento para regresar a casa.

Acostada veo mi dibujo y me busco sin encontrarme. Cierro los ojos y mi mente se va a la Galería Irma Appel. La degustación de Noble Coyote, la naranjita, la sal chilosita de chapulín, los besitos de mezcal, Janis posando, Paola Ripoll explicando la técnica y yo, de regreso, me veo en la plaza dibujando esa pareja y esos besos en papel carbón. 

De pronto no estoy segura si la pareja del parque existió; no sé si el sueño se me salió de las manos, si son las clases de dibujo que me conectan con mis recuerdos o si son las figuras de carbón las que están jugando entre mis dedos, lo que si sé es que durante un buen rato, antes de dormir, veo figuras en blanco y negro que bailando van despertando todos mis sentidos.