Artistas de hoy de San Miguel: picando piedras

Por Natalie Taylor

La fascinante y compleja vida de Perla Stepensky se refleja en su obra. Nació en la Ciudad de México; sus padres eran inmigrantes de segunda generación procedentes de Ucrania. Los orígenes étnicos europeos y mexicanos forman parte de lo que ella es, y está orgullosa de ambas raíces. 

Perla comenzó con una licenciatura en Diseño de Interiores, luego tuvo un salón de belleza en Polanco en los años 70, que la llevó a su siguiente carrera. La tienda estaba enfrente de la Cruz Roja y los familiares de los pacientes solían venir a su tienda, pidiendo usar el teléfono. Perla se relacionaba con ellos, escuchaba su angustia y trataba de ayudarles a superar las dificultades. Esto le hizo sentir que debía volver a la escuela para estudiar psicología y comportamiento humano.

Como terapeuta licenciada, se involucró en el cuidado de un niño de 12 años, y su aguda observación la llevó a diagnosticar un tumor hipofisario y a recibir la atención médica subsiguiente que le salvó la vida. La experiencia fue tan fuerte que le hizo cuestionar todo lo que la rodeaba, y se tomó un año sabático. Durante este tiempo, se dedicó a la cerámica y la escultura, y comenzó a crear obras de arte con sus manos. Una de sus primeras obras, que aún conserva, es la cabeza de una mujer. Se trata de una figura de arcilla, con la particularidad de que la tela forma parte de la escultura. Lo más significativo es que la escultura, con la arcilla, se coció en un horno sin quemar la tela, y los pliegues muestran el producto final.

Su trabajo artístico se convirtió en una pasión, y aprendió a esculpir con madera, vidrio, hierro, mármol, plata y bronce. Esto la llevó a la fabricación de joyas, utilizando ámbar y diferentes piedras. Perla se siente afortunada por haber tenido como maestros a algunos grandes personajes como Jorge Flores y Heriberto Juárez. Obtuvo premios y expuso sus obras en importantes galerías y museos, como el Museo de Arte Latinoamericano y el Museo Bowers de California. Ha realizado más de 200 exposiciones en México y Estados Unidos. 

A principios de los años 90, Perla visitó Oaxaca y pasó un tiempo con los indígenas. Les vio crear arte con las herramientas básicas y con técnicas que se remontan a milenios atrás. Se sintió abrumada por la riqueza del talento que vio en las manos de estos humildes artesanos, que siguen creando un arte increíble transmitido de generación en generación. Esta experiencia hizo que Perla fuera profundamente consciente de su herencia mexicana y de su inmenso orgullo por formar parte de esas raíces étnicas. Pasó mucho tiempo con la población nativa, viviendo y comerciando como ellos. Vivía sin dinero, utilizando sus habilidades como material de intercambio para la subsistencia —ofreciendo clases de pintura y cerámica, enseñando a los niños a hacer piñatas— todo a cambio de lo esencial para vivir. En Oaxaca aprendió a coser, a bordar e incluso a pintar telas con materiales orgánicos originales utilizados por los indígenas. Su contacto con la gente del pueblo fue más importante que todo su aprendizaje académico, porque la hizo consciente de la importancia de estar en contacto con la naturaleza; de la paz que se obtiene al ser uno con el universo. 

Se divorció de su marido, después de 50 años de matrimonio, y decidió quemar todos sus puentes. Esto significó abandonar Ciudad de México, dejar atrás amistades de toda la vida, una carrera y todo aquello de lo que había formado parte. Pero estaba lista para seguir adelante, y como tanto su padre como su hermana estaban en San Miguel de Allende, se mudó aquí en 2018. No se ha arrepentido de su decisión y ha hecho una nueva vida aquí. Perla sigue asesorando a pacientes y da clases de arte a niños con necesidades especiales. 

Pero también está centrada en sus esculturas. Algunas de sus obras más significativas son esculturas de bronce realizadas con la técnica de la cera perdida, que hace que cada pieza sea absolutamente única y añade una pátina especial, de modo que el bronce aparece en una variedad de colores. También esculpe en mármol. Otra línea importante es el montaje de diferentes rocas en pedestales y bases. Tiene una exposición completa titulada Picando Piedras, que hace literalmente cuando recoge rocas de las minas. Pero también es su metáfora de la vida, picando, deshaciéndose de los desechos, hasta que hemos pulido algo crudo hasta la perfección.  

En la foto aparece con una escultura de mármol negro a su derecha, y una roca negra montada sobre una base de bronce. Para ponerse en contacto con Perla, puede enviar un correo electrónico a Perla.Stepensky51@gmail.com

Natalie Taylor: Licenciada en Literatura Inglesa y Periodismo, Universidad de Loyola, Chicago, 1995. Máster en Escritura Creativa, Vermont College, Montpelier, VT, 1999. Escritora, editora y periodista publicada. Profesora de español en Estados Unidos, profesora de inglés en Buenos Aires, Argentina. Traductora. www.natalietaylor.org Contacto: tangonata@gmail.com