Por Alejandro Angulo
Las distintas notas periodísticas que han informado de la actual situación hídrica en Peña de Bernal contienen información que no coincide, pero hay algo en común, todas dan cuenta del problema del agua en este sitio turístico emblemático del estado. Algunas fuentes señalan que ya no hay agua en el pozo de extracción que abastece al pueblo, otras informan que el agua no es suficiente, aunque se sigue extrayendo de dicho pozo, y también se dice que el exceso de población ocasiona la escasez o que los ciudadanos gastan más de lo posible.
En primera instancia hay que señalar que Peña de Bernal se encuentra dentro del Acuífero denominado Valle de Tequisquiapan, definido con la clave 2205 en el Sistema de Información Geográfica para el Manejo del Agua Subterránea (SIGMAS) de la CONAGUA, y que tiene una extensión de 640.63 km2, se ubica en la parte central del estado de Querétaro, abarcando los municipios de Tequisquiapan, Ezequiel Montes y Colón.
Al tenor de la discusión pública actual en torno al agua y su expresión de escasez, pareciera ser que la actual situación de Peña de Bernal se inscribe en ese contexto, pero veamos, que es posible que sólo se trate de una sincronicidad debido a que el acuífero Valle de Tequisquiapan, clave 2205, ya presentaba desde hace años una escasa precipitación media anual de 425.47 milímetros anuales, y una elevada evaporación potencial, por lo que la mayor parte del agua precipitada se evapora, lo que implica que el escurrimiento y la infiltración son reducidos.
Además hay que considerar que el incremento de la demanda del recurso hídrico para cubrir las necesidades básicas de sus habitantes (que crece a una tasa aproximada del 2.05 por ciento), seguir impulsando las actividades económicas (principalmente del sector turístico) y la limitada disponibilidad media anual de agua subterránea en el acuífero podrían generar competencia por el recurso entre los diferentes usos e implica el riesgo de que se generen los efectos negativos de la explotación intensiva del agua subterránea, tanto en el ambiente como para los usuarios del recurso. Todo ello puede concebirse en términos de sincronicidad, como un evento significativo acausal que puede implicar una forma de patrón.
De esta forma tenemos un conjunto serial como que la extracción total es de 118.0 millones de metros cúbicos anuales, mientras que la recarga que recibe el acuífero está cuantificada en 108.1 millones de metros cúbicos anuales.
Lo anterior significa que existe el riesgo de que el incremento de la demanda de agua subterránea agrave los efectos perjudiciales causados por la explotación intensiva, tales como la profundización de los niveles de extracción, la inutilización de pozos, el incremento de los costos de bombeo, la disminución e incluso desaparición de los manantiales y del caudal base, así como el deterioro de la calidad del agua subterránea.
Por lo que la prevención de la sobreexplotación no fue suficiente, y ahora tenemos un cierto desequilibrio hídrico y deterioro ambiental con impactos en las actividades socioeconómicas que dependen del agua subterránea en esta delegación municipal de Ezequiel Montes.
Recordemos que en esta zona son bastantes escasos los cuerpos de agua superficial, por lo que la fuente principal de abastecimiento de agua de Peña de Bernal es el agua subterránea.
En este valle se tienen censados 308 pozos, de los cuales 220 corresponden al uso agrícola, 88 al público urbano, que extraen un volumen medio anual de 118 millones de metros cúbicos (hm3). Y el volumen de extracción de aguas subterráneas es de 108,065,650 m3 anuales, que reporta el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) de la Subdirección General de Administración del Agua, a la fecha de corte del 20 de febrero de 2020. No obstante, en un estudio posterior se conoció que existen 456 captaciones de agua subterránea, de las cuales 345 corresponden al uso agrícola, 94 al público urbano y 17 a uso pecuario. Y que el volumen de extracción total estimado, que se extrae a través de pozos y norias, es de 118.0 millones de metros cúbicos anuales, de los cuales se destinan para uso agrícola 107.3 millones de metros cúbicos anuales, siendo el principal volumen de extracción; para uso público urbano se destinan 6.8 millones de metros cúbicos anuales y para uso pecuario 3.9 millones de metros cúbicos anuales, de donde se deduce que el resultado, de acuerdo a la Comisión Nacional del Agua indica que no existe un volumen disponible para otorgar nuevas concesiones; por el contrario, el déficit es de 2,565,650 m3 anuales que se están extrayendo a costa del almacenamiento no renovable del acuífero.
Pero la posible sincronicidad está dada, por un lado, por el déficit hídrico, la sobreexplotación de las aguas subterráneas, la concentración de una mayor población, el incremento de las actividades económicas como el turismo, la irracionalidad de consumo de agua y ahora la temporada de sequía en la región, que establecen una serialidad en un tiempo dado, que no es otro que el actual presente.
Por ello, hablar de que se está acabando el agua es relativo, pues si vemos este caso de Bernal, confluyen un conjunto de elementos que provocan el colapso hídrico. Pues si no aumenta la concentración de la población, el incremento de actividades económicas y la irracionalidad en el consumo del agua, más allá de la existente y disponible, no estaríamos en el escenario actual de Peña de Bernal. Y la posible solución que se plantean de abrir otro pozo no es exactamente lo que se requiere, sino más bien establecer un Plan de Desarrollo y Consumo de agua por debajo del actual, basado en la frontera del agua o disponibilidad. Ahora es tiempo de planificar conforme al volumen de agua del que disponemos. No de seguir perforando más pozos y extrayendo agua sin límite alguno.