Por Carmen Rioja
Lama Drolma nos recibió para la entrevista con una dulce sonrisa. Ella es conocida como la famosa Top Model que se ordenó monja tibetana budista, no sin varios años de estudio y de unirse a la vida monacal. Cuando estudiamos su biografía, no podía creer que se trataba de la misma persona: la mujer sensual en la portada de la revista VOGUE, de arrebatadora belleza, piernas largas y mirada penetrante y la monja de mirada franca en hábito color cinabrio y amarillo. Estudio de nuevo sus fotografías en las revistas, su belleza es arrebatadora y tiene la elegancia de un ave ibis para modelar el vestido de noche de diseñador. Antes de unirse al monasterio y ordenarse monja tibetana, Aria fue una cotizada y reconocida modelo de alta costura en Nueva York para famosos diseñadores –el sueño de millones de jovencitas. Pero ella lo había logrado, estaba en la cima del mundo y aún no era del todo feliz.
Sus raíces estaban lejos y no se sentía plena ni en los cócteles ni en las fiestas de lujo, a pesar de conocer ahí a grandes celebridades y a otras modelos internacionales, quienes constantemente la llamaban y ofrecían contratos para que luciera sus diseños. Aria –como era conocida en el mundo de la moda–, destacaba siempre por su alargada estatura, sus ojos rasgados y sonrisa cautivadora. Pero al final de cada gran producción, evento o inclusive en las celebraciones, volvía a su departamento con un sinsabor, una especie de pequeño vacío en el interior. Ella quedaba con la impresión de que todo se sentía un poco frívolo.
Con los años se hizo cada día más profesional y más querida por sus colegas, así como solicitada para eventos extraordinarios por los más prestigiosos diseñadores y casas de moda como Chanel, Giorgio Armani, Bloomingdale; pero también con los años sentía que el vacío iba creciendo. Extrañaba a su familia, a su padre y la paz interior que tenía cuando era joven y aún vivía en India.
Buscando algo más qué hacer con su vida, comenzó a trabajar de la mano con los diseñadores, era creativa y organizada, así que ellos amaban trabajar con ella. Terminó por estar detrás de las cámaras, en los vestuarios, e inclusive ayudando en áreas de producción; estaba buscando una forma de ser más significativa, y ser muy productiva como todos en Nueva York. Fue entonces cuando tuvo un despertar, aunque al principio no fue nada agradable.
Supervisando el resultado de una fotografía de las modelos más perfectas y bellas de la industria, notó que el diseñador del departamento de edición estaba recortando la cintura de la modelo aún más de lo increíblemente delgada que ya era en la realidad. Además de esto, el editor –por instrucciones de sus jefes y ya por costumbre entendida de toda la industria de revistas de moda– estaba maquillando más la cara de la modelo, alargando sus ojos, delineando sus cejas, inclusive ajustó el color de su piel. En ese momento Aria tuvo una epifanía. Lo que hacían era horrible, estaban enviando un mensaje equivocado a tantas mujeres en el mundo. Las chicas no sabían que ni siquiera las modelos más hermosas eran así en la realidad, como se ven en las revistas. ¡Nadie era así en la realidad! Nadie es perfecto, pero en ese mundo las chicas se estaban convirtiendo en anoréxicas para ser más delgadas, o estaban arriesgando su vida en cirugías y tratamientos con láser para ser más parecidas al supuesto ideal. Qué daño tan grande. Pero el sufrimiento o la culpa no servían de nada.
Así que ese fin de año, Aria, que había crecido en un pueblo de la India cerca de Bombay, tomó una resolución. Iba a tomar acciones para buscar una vida más espiritual. Tal vez debía tomar cursos o viajar a la India, aún no lo sabía pero estaba decidida.
De pronto y como por arte de magia, un amigo que la escuchó en sus cavilaciones la invitó a un retiro budista en las afueras de Nueva York, bastante cerca de su hogar. Así que se animó a unirse y eso la llevó a aprender de meditación.
De ahí fueron largos años de aprendizajes, viajes a Tíbet para conocer a los principales maestros de meditación y monasterios. Todo comenzó a hacer sentido para ella. La meditación le daba la oportunidad de sentir que la paz ya estaba dentro de cada uno, pero era un ejercicio que había que practicar a diario –como en cualquier deporte– para ver resultados.
Ahora Aria es maestra, ese es el significado y sentido de vida de un Lama: enseñar las técnicas y herramientas que dispone para una vida en compasión, perdón y amor. Una meditación que nos lleve a sentir la unión con el resto del universo, la comunión con las estrellas y con todas las criaturas del universo. Algo muy cercano a la felicidad.
Lama Aria Drolma nos explica en la terraza del periódico Atención, desde una aproximación científica que somos parte de un todo, que entre los átomos que nos conforman hay más vacío que materia, que todo está hecho de los mismos átomos y la misma energía, que no debemos temer a sentirnos una extensión y parte misma de los otros. Nunca estamos solos.
Por supuesto que vamos a tener momentos malos todavía, como monja y maestra que vive en un monasterio de tiempo completo desde hace unas décadas, nos explica que hasta los grandes maestros sientes tristeza o enojo por ejemplo al ver las guerras o al saber de un acto de violencia. Pero las técnicas de meditación les permiten observar estos pensamientos sin aferrarse a ellos para trascender. En cambio, la meditación y las oraciones muchas veces transformarán esta energía que no solo trae paz y resolución al interior sino también a quienes están alrededor. Aria sonríe y nos explica que esa es la razón por la que preferimos estar cerca de personas alegres y activas, que pasar demasiado tiempo con alguien negativo o constantemente enojado.
Sorprendidas de conocerla en esta ciudad, le preguntamos por qué eligió San Miguel de Allende para dar talleres de meditación: “Mi amigo Tashi quiso invitarme a San Miguel porque quería tener un Centro Dharma para tener una comunidad espiritual budista, así que nos reunimos los lunes a practicar meditación para el bienestar y canto tibetano cada lunes.”
Le hicimos unas últimas preguntas sobre el odio y el egoísmo por el reciente ataque en Nueva York al escritor y premio Nobel de la India Salman Rushdie.
“Las personas que sienten odio o que cometen un acto de violencia están sufriendo tremendamente por dentro, la compasión y el amor deben estar siempre en nuestras emociones y con ternura maternal que es la imagen más dulce. Nos cuenta que ella hace sus oraciones pensando en María y su hijo Jesús, por ser la imagen más dulce y de ternura, “Así es como podemos generar una transformación. Podemos usar esa misma meditación hacia el interior”… “No hay ningún egoísmo en procurarse compasión, amor y perdón a sí mismo, porque ese amor también será el que podamos dar a los demás.”
Mindfulness Meditation and for Wellbeing Tibetan Chanting
Biblioteca Pública de San Miguel, A.C., Sala Quetzal
Sep 12 y 13, 3pm
HOTEL ROSEWOOD
Septiembre 28, 6:00pm a 7:00pm
Lunes, Calle Sur No.1, Fracc. El Capricho.
Informes: whatsapp 415 101 99 42