El nuevo orden urbano en San Miguel

Por Francisco Peyret

La gentrificación es un fenómeno que se ha detonado en muchas ciudades del mundo, sobre todo en aquellas que cuentan con historia, atractivo turístico y tradición. Por ejemplo, en la Ciudad de México desde hace 30 años, el Centro Histórico y colonias como la Condesa y Roma se volvieron a poblar, convirtiéndose en centros de atracción para vivir, pasear, comprar, divertirse y hacer negocios. Son zonas urbanas que con el correr del tiempo en el pasado perdieron su funcionalidad y fueron casi abandonadas por diversos motivos; tráfico, ambulantaje y seguridad, además del terremoto de 1985, fueron razones suficientes para que las familias se salieran a vivir a zonas periféricas en fraccionamientos y condominios más convenientes para las nuevas generaciones. 

Al final, este modelo de desarrollo no funcionó del todo porque la zona metropolitana, que incluye municipios del Estado de México, creció de manera expansiva y el tráfico vehícular se convirtió en una verdadera pesadilla. Como reacción a este fenómeno, desde la década de los noventas muchos empresarios y jóvenes voltearon los ojos a colonias del centro de la Ciudad de México, donde encontraron arquitectura, servicios, restaurantes, cultura, historia y tradición. Actualmente, si tú vives en una de estas colonias o distritos (conjunto de colonias) lo puedes tener todo: trabajo, servicios, entretenimiento, cultura y comunidad. La pandemia provocada por el COVID-19 ha intensificado este fenómeno, porque ahora se trata de familias moviéndose desde otros estados y países a estas colonias o distritos que se han convertido en pequeños paraísos donde el automóvil puede pasar en la vida diaria a segundo término. 

En este sentido, San Miguel durante ya algunas cuantas décadas ha experimentado este proceso con la llegada de muchas familias, primero al centro histórico, después a la zona urbana y actualmente también a zonas semi urbanas y rurales. En un mundo pospandemia, evidentemente San Miguel cumple con muchos requisitos y atractivos para que ciudadanos de otras partes de México y el mundo quieran venir a vivir a nuestra comunidad. El tamaño de la ciudad, la conservación patrimonial, las tradiciones y una composición social tradicional y cosmopolita nos ha convertido en un polo de atracción muy potente para turistas, familias y empresarios.  

Sin tratar de juzgar, y aceptando que es lo que es, este fenómeno trae impactos negativos; para dar unos ejemplos, tenemos la sobrecarga turística, la movilidad y el encarecimiento de la vida, pero al mismo tiempo, la gentrificación trae consigo una serie de oportunidades para configurar un destino ejemplar dado que contamos con un tejido social particular que puede proyectar una organización urbana excepcional. Pero es indispensable que las reglas para hacer negocios y las normas para el desarrollo urbano sean muy exigentes, claras e inteligentes para configurar un futuro social y ambientalmente sostenible. 

Para no entrar en controversias sobre el desarrollo reciente de San Miguel, voy a tratar de reflexionar sobre lo que está sucediendo desde la reacción que ha tenido la comunidad sanmiguelense y de aquellos habitantes que ya tienen arraigo de décadas en esta municipalidad. Por una parte, tenemos a los ciudadanos que viven del turismo, la construcción y los negocios que se benefician con el aumento de los consumidores y, por otra parte, tenemos una comunidad diversa preocupada por los efectos que el crecimiento económico trae consigo, las preocupaciones están entorno a temas como lo son la salud, vivienda, movilidad, agua y medio ambiente, entre otros. Y no se trata de determinar que uno está de un lado u otro, porque de hecho siempre estamos en los dos frentes, lo que pasa es que depende de las necesidades de cada individuo es donde desempeñamos nuestra actividad principal.

Desde esta perspectiva podemos revisar dos tendencias, por un lado, podemos echar un vistazo a lo que sucede en las zonas urbanas tradicionales, donde han llegado y siguen llegando habitantes de otras partes del país y del extranjero, para dar un ejemplo, en colonias como la Guadalupe o la San Antonio estamos viendo ciudadanos locales, nacionales y extranjeros que comparten vecindarios para conformar una comunidad segura, limpia y próspera; últimamente hemos visto cómo en estos barrios se abren negocios diversos: tiendas, galerías, restaurantes, panaderías, verdulerías, es decir, están sufriendo los efectos de la gentrificación, pero son comunidades que la están resolviendo a su manera, es común escuchar a vecinos decir «yo en mi colonia lo tengo todo».

Es gratificante ver cómo estas comunidades están trabajando en su entorno prosperando para incluso recibir a turistas curiosos que buscan ver más allá del centro patrimonial. Ahora bien tenemos que revisar cómo se están gestando los desarrollos o distritos nuevos y cómo pueden integrarse en un proceso de desarrollo pensando en el futuro. Continuará…