Por Bernardo Moreno
La experiencia de esta inigualable obra maestra de Jomi Oligor y Shaday Larios empieza desde que los artistas te hacen tomar asiento dentro de la intimidad del escenario. Al entrar, el ambiente te conmueve, te encuentras en el recinto de un anticuario, de un coleccionista de antigüedades, de un museo personalísimo, de alguien obsesionado con el pasado, mientras te das cuenta que estás frente a una máquina construida para regresarnos a aquello que íntimamente idealizan los artistas.
Eres un turista más en esa realidad detenida en el tiempo a la que has entrado. Todos esos pequeños objetos, las sombras que se proyectan, el cuidadoso equilibrio, la composición de imágenes que se difuminan, la atenuación de luces en movimiento; una especie de mundo onírico, de recuerdos anclados, de momentos significativos, de invención mecánica y cautivadora poesía. Todo eso y mucho más enmarca a esta bellísima y conmovedora puesta en escena.
Del libro que lleva el mismo nombre de la obra citamos: “¿Qué será lo que ocurrió con la luz de la tarde en la que decidiste quedarte detenido dentro de una imagen? Una imagen en descomposición. La química vencida. Los fotones apagados. Una piel perdida que deja un fantasma”.
Por suerte, una vez más se estará presentando en el auditorio del Centro Cultural El Sindicato, los días 14, 15 y 16 de abril a las ocho de la noche. El cupo es limitado y sin duda se llenará. El costo del boleto es de 250 pesos entrada general y 100 pesos preferencial; adquiérelo en Recreo 4. Te recomendamos comprar tus lugares con anticipación. De corazón te digo que es una obra inolvidable.