La energía y los mercados

Por Alejandro Angulo 

Empecemos por decir que el grado de desarrollo de un país depende de la energía que consumen sus ciudadanos. De ahí que el consumo por hora y día es sesenta veces mayor que el de nuestros antepasados, hace unos diez mil años, lo que ha sido gracias al desarrollo tecnológico y social, fruto a su vez de la disponibilidad de energía.

La extracción a gran escala y la combustión de carbón, petróleo y gas natural —Pemex Hila Segundo Mes con Récord en Extracción de Gas Natural, manteniéndose por encima de los 5 mil millones de pies cúbicos diarios, volumen que superó en el pasado mes de febrero y que no se lograba desde junio de 2017, señalan cifras oficiales de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH)— ha significado un cambio importante en la intensidad de los distintos usos de la energía.

Por una parte, la energía solar nos ha brindado acceso a unos recursos energéticos concentrados y de fácil almacenaje, que se han utilizado a un ritmo creciente, pero por otra parte, el uso de los combustibles fósiles ha permitido superar los límites al consumo de energía impuestos por la baja eficiencia de la fotosíntesis y por los bajos rendimientos de las corrientes de agua y aire. De ahí que los hidrocarburos aumentaron sin precedentes el uso de la energía primaria (biomasa, combustibles fósiles y energía nuclear).

Veamos que desde 1950 a 2019 el planeta ha multiplicado por más de cinco veces su consumo energético. En dicho periodo el PIB casi se ha multiplicado cerca de siete veces y la población mundial el doble. Tan sólo en 2019 se estima que la energía consumida proveniente de hidrocarburos fue del 81%.

Pero hoy en día el alto consumo de hidrocarburos o combustibles ricos en carbono ha llevado al mundo a una situación de emergencia climática frente al desafío del calentamiento en más de 1.5°C al finalizar la presente década (2030), lo cual ha traído por consecuencia medidas restrictivas para la mitigación, y una de ellas es la vía de la transición energética, lo cual implica: a) desacoplar el crecimiento económico y también demográfico del aumento de las emisiones de CO2; b) avanzar a una economía de bajas emisiones y eficiencia energética; y c) desplegar políticas y tecnologías que conlleven a una economía circular del CO2.

De acuerdo al Índice de Competitividad Internacional del IMCO de 2021 y de 2022, México se encontró en el lugar 36 y 33 respectivamente para cada año, con relación a las fuentes de energías no contaminantes. O sea que avanzó tres lugares en la tabla internacional, no obstante, no se considera suficiente aún.

Es claro que la transición energética en México va a costar mucho y será difícil, ya que el país cuenta con amplias reservas de petróleo, carbón y gas natural (Las reservas totales de hidrocarburos del país aumentaron 4.16% al 1 de enero de 2023 en comparación con el cierre del año anterior, ubicándose en 23,081 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, según la Comisión Nacional de Hidrocarburos), y que además, las exportaciones de petróleo son parte fundamental de los ingresos y del PIB nacional.

En el Estado de Querétaro, no bastará con medidas de mitigación para reducir las emisiones, aún se necesitará ampliar la oferta de energía, pues cada año el sector que mayor demanda energía es el sector industrial y, puesto que dependemos de la energía proveniente de otras entidades, entonces hay que acelerar la generación de energía y sobre todo de fuentes renovables y limpias.

Por un lado tenemos a los ciudadanos que han adoptado energías limpias basadas en la generación de energía con fotoceldas solares en sus casas-habitación (el Estado se encuentra en el lugar 13° de energía limpia fotovoltaica), el Gobierno del Estado y el municipio de Querétaro están impulsando proyectos para dotar a las pequeñas y medianas empresas de paneles solares, pero aún falta que se sume la iniciativa privada para impulsar plantas generadoras de energía limpia, aunque sea en la escala de energía distribuida de hasta 500 kW.

Querétaro goza de una ventaja comparativa en cuanto a irradiación solar (intensidad y días de sol al año) que debe aprovechar, sobre todo bajo una mirada de geopolítica energética, pues en el futuro cercano, los estados —a nivel nacional— que avanzarán en el desarrollo económico dependerán de la disponibilidad de energía para el consumo de los ciudadanos concentrados en las urbes y metrópolis, así como en los procesos productivos que generan crecimiento económico (industria).

Además, hay que impulsar la investigación para el aprovechamiento de la energía de los residuos urbanos y aguas residuales, y la geotermia, que es incipiente pero prometedora.

La posición de Querétaro en términos geográficos es clave, pero lo es más el papel que juega dentro del desarrollo industrial en el país como un nodo clave.

El enfoque de la geopolítica energética hoy se precisa más que nunca, sobre todo si aceptamos, como lo señalé en el principio, que el grado de desarrollo de un país depende del consumo de energía de sus ciudadanos, recordemos que en el Estado de Querétaro, en realidad no es significativa la pobreza energética, lo cual nos lleva a entender que prácticamente la gran mayoría de los ciudadanos consumen energía para diversos usos.

En la historia del desarrollo industrial de Querétaro (industria textil y de nixtamal) fue determinante disponer de energía, sin ella, la historia del desarrollo del estado hubiera sido diferente. Pero en ese periodo de crecimiento y desarrollo se disponía de varias fuentes locales de energía dentro del estado (las presas), lo que hoy no acontece, de ahí la pertinencia de lograr una soberanía estatal energética, para no ser dependiente de la energía externa.

En el ayer el recurso central para generar energía fue el agua, hoy en Querétaro, es la irradiación solar, aunque se puede contar con una matriz diversificada de fuentes energéticas.

A la vista hay dos estrategias: la eficiencia energética que permitirá ahorrar energía y darle competitividad al sector industrial, al mismo tiempo que se avanza en la descarbonización de la economía, y la segunda, aumentar la oferta de energía limpia basada en la irradiación solar y que también contribuye a la reducción de emisiones de CO2.

La energía es desarrollo y poder.