Por Francisco Peyret
La semana pasada, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, en una de sus conferencias mañaneras, presentó algunos de sus logros en materia económica. Extrañamente causó muy poco impacto en los medios: por el momento parece que el tema económico es algo que poco le importa a los medios nacionales de comunicación. Muy diferente a lo que pasa en el resto del planeta, para todos los países del mundo, a partir de la pandemia por COVID-19 y la guerra de Ucrania vs. Rusia, los movimientos económicos y geoestratégicos son muy concurridos.
Estamos en medio de una crisis energética global, particularmente Europa occidental no la está pasando nada bien, Alemania se acaba de declarar en recesión y su futuro industrial está al borde de un abismo. Para los Estados Unidos el tema de la inflación, el techo de la deuda y los efectos de la guerra han sido complicados. Y si bajamos la mirada a América Latina, las cosas no pintan color de rosa; a los problemas económicos hay que agregar los problemas de gobernabilidad por los que atraviesan naciones como Ecuador y Perú, por mencionar los más notables.
Mientras tanto, en México, y no es que estemos pasando por un día de campo, los datos macroeconómicos son muy buenos: Inversión Extranjera Directa a nivel históricos (8vo. lugar a nivel mundial), reservas monetarias internacionales muy sanas (200 mil 620 millones de dólares), remesas en crecimiento (13,948 millones de dólares para el primer trimestre 2023), peso fuerte, salud financiera del gobierno (no adquirimos deuda pública para enfrentar la pandemia), recuperación del turismo a niveles del 2019 (38.3 millones de turistas internacionales en 2022), tasas de desempleo a niveles históricamente bajos (2.7%), el salario mínimo aumentó 135% en cinco años.
Por otra parte, muchos no están de acuerdo con las obras del Presidente López Obrador en el sur del país, pero ya son un hecho la construcción del Tren Maya, el Corredor Transoceánico, la refinería Dos Bocas y el Aeropuerto de Tulum, por lo que tenemos que aceptar, nos guste o no, que estas macro obras definitivamente van a modificar el rumbo y desarrollo económico del país, independientemente de que los gobiernos tendrán que lidiar con los impactos ambientales y sociales que dejarán dichas obras.
Ya sea por suerte, decisiones gubernamentales, coyuntura geográfica y económica, o por lo que sea, México tiene una perspectiva económica insólita, mientras muchos mexicanos juran que estamos en el peor de los infiernos y al mismo tiempo que transitamos al comunismo, la realidad es contundentemente diferente. Para México, el reacomodo global es favorable, por ejemplo, el impacto del nearshoring es una realidad para China, Estados Unidos y Europa, en esos momentos, México es uno de los países más atractivos del planeta para invertir.
Desde mi punto de vista, los ciudadanos mexicanos estamos en medio de un par de campañas de propaganda política (gobierno vs. oposición) sumamente huecas. Por un lado, el gobierno defiende sus políticas y, por el otro, tenemos una oposición obsesionada con la figura del presidente López Obrador; tal parece que para los políticos y los medios de comunicación no hay otra cosa en la vida del país más allá de la defensa de sus propios intereses, como si el mundo se fuera a acabar en las elecciones de 2024.
Nuestro problema es que los funcionarios públicos y los políticos no están ofreciendo una sola propuesta en torno a la coyuntura política y económica que le está esperando a nuestro país, los medios de comunicación furibundos no tienen otro tema más allá de la Presidencia de la República. La pregunta es, ¿qué vamos a hacer los mexicanos una vez que López Obrador se vaya a su rancho en Tabasco el próximo año?
Definitivamente para finales de 2024 no vamos a amanecer en el comunismo, ni tampoco vamos a estar en la desgracia económica y social, de lo que sí nos estamos asegurando es que vamos a padecer de los mismos problemas de siempre, pero una vez más, con grupos políticos sin ideas, sin propuestas, sin proyecto de país a largo plazo, con unos medios de comunicación mezquinos y poco éticos.
Una vez que se vaya López Obrador, se nos acaba el culpable favorito de todos los problemas del país. A los ciudadanos nos conviene empezar a voltear a revisar el trabajo de los presidentes municipales, gobernadores, congresistas locales. Al mismo tiempo, hay que empezar a exigir a los políticos propuestas y programas de gobierno acorde con las múltiples realidades que tiene un país tan complejo como México. La coyuntura geopolítica y económica es muy favorable para los próximos años. Ahora bien, los ciudadanos debemos estar más atentos y desprendernos de estas propagandas políticas que están llenas de mentiras y verdades a medias, las cuales verdaderamente nos alejan de una idea correcta de lo que requiere el futuro del país.