Por Ana de los Ríos
Desde muy joven me cautivó el arte; en particular la música y las artes plásticas: pintura, dibujo, escultura y grabado. En la preparatoria trabajé en un taller de escultura con barro, yeso, cemento. Más tarde, me inscribí a una escuela técnica de arte y finalmente completé mis estudios de arte en la universidad. Para mí la pintura es un oficio; pero, además, puede llegar a brindar la oportunidad de acuñar un lenguaje propio, una síntesis individual para expresar algo que puede resonar en los otros.
Vivimos en una época compleja. La globalización, el internet y la digitalización tienen grandísimas ventajas, pero también facilita que nos avasalle una gran cantidad de información (y desinformación). En muchos niveles de nuestra realidad prolifera el desequilibrio y la confusión. Como contraflujo a la vorágine de esos estímulos, me parece que la pintura, con su sobriedad y su grandeza, no sólo es importante sino necesaria. Ofrece un momento de pausa, de observación, de cierta intimidad. Es, por lo tanto, un recurso posible para revigorizar nuestra capacidad contemplativa. Eso puede contribuir a la implementación de un cambio hacia una manera más constructiva de estar en el mundo, donde nos acerquemos a nuestra propia naturaleza humana y entablemos una relación más sana con la naturaleza planetaria.
Animada por la convicción de permanecer fiel a mí misma y de encontrar un camino propio, he ido construyendo una larga y consistente carrera de manera un tanto satelital con respecto al resto de mi generación y al margen del mainstream. Los cambios en mi pintura han estado concatenados unos con otros desde los inicios hasta la fecha. Como se puede ver al visitar mi sitio web, www.anadelosrios.com, mi trabajo ha sido ecléctico en forma y contenido al mezclar estilos y temas. Las constantes han sido una aplicada factura, una cuidadosa elección de la paleta y la exploración de distintos recursos compositivos.
En mis inicios, la figura humana fue protagónica; primero, en acción dinámica, inspirada por la realidad que me rodeaba al vivir en el sur del estado de Oaxaca; y más tarde, en actos o actitudes con una energía más recogida y a donde la atmósfera adquirió más relevancia. Esta etapa estuvo inspirada por la realidad, y el aprendizaje en los museos y las galerías de París, Francia donde también residí.
Al cabo de los años, restablecida en la Ciudad de México, donde vivo y trabajo, el tema del espacio y la profundidad con referentes paisajísticos y arquitectónicos fueron ganando importancia para quitarle la predominancia a la figura hasta que desapareció. Sin embargo, el prescindir de la figura no significó su ausencia total pues aquellos umbrales, puertas y aperturas resultaban ser espacios que se percibían habitados y hacían referencia a la existencia humana.
Quisiera poner mi granito de arena para que, al ver estas pinturas, el espectador se sienta vivo.
El avanzar en el estudio de la pintura y la madurez que ofrece el trabajo me han ido conduciendo a un refinamiento formal y temático en mi producción. Ahora, los elementos, arquitectónicos, paisajísticos o geométricos se entretejen en una “simultaneidad” que recuerda la manera en que recordamos la multiplicidad de la memoria o de los sueños. Mis imágenes son una amalgama de espacios, de tiempos, de realidades. En ocasiones, también aparece la figura, pero ahora con un peso más bien simbólico.
Nunca he sido indiferente a la realidad social. Me interesa la historia. Me preocupa la encrucijada en la que se encuentra el mundo entero, y quiero abordar lo humano, pero sin retratarlo. Intento hacerlo de manera sutil y hasta subliminal, tamizado, traducido a ese lenguaje tan fascinante que es la pintura Reflejo, profundidad y transparencia son recursos plásticos que desarrollo en mi propuesta pictórica con el objetivo de capturar la mirada y el interés del espectador. A caballo entre la figuración y la abstracción mi pintura combina elementos identificables con elementos cuyo referente es incierto con la intención de permitir una apertura en cuanto a la interpretación y, al mismo tiempo, facilitar el deleite a través del color y la estructura compositiva.
Lejos de lo simplemente complaciente me interesa crear imágenes armónicas y misteriosas en las que se descubra cierta tensión; que a través de la observación se revele algo que conmueva o trastoque a quien las contemple. Intento que el espectador se sienta identificado, reflejado, conectado con la pintura, con el artista, consigo mismo. Quiero que el espectador, en el mejor de los casos, se sienta vivo.
Inauguración
Mujeres en el arte
Hacia nuestra propia naturaleza
Sáb, Ago 13
Fábrica La Aurora