Por Rodrigo Díaz Guerrero
Desde sus orígenes como tablillas de arcilla y papiros, hasta su formato contemporáneo físico o digital, el libro ha ido acompañando a la humanidad para ser el testigo —salvaguarda frente a las embestidas del tiempo— de nuestra historia, nuestras fantasías y nuestros más oscuros temores. También es cierto que, desde tiempos inmemoriales, los lectores han pertenecido a una minoría marcada: ya sea porque fuera una actividad para ciertas élites, porque predominaba el analfabetismo o por falta de interés. En estos tiempos donde la cultura de la inmediatez es innegable, podríamos llegar a conclusiones fáciles. En México, por ejemplo, según el INEGI (Módulo sobre Lectura 2022), la población lee un promedio de 4 libros al año, muy lejos de países como Finlandia, donde el promedio es de 47 libros por año. Es por ello que, hoy en día, la promoción de la lectura —así como la lectura per se— es un acto de resistencia. Inspirados en ello, decidimos dedicar este espacio a dos librerías que destacan por su compromiso y pasión por los libros en formato físico.
En el centro de la ciudad, sobre la calle de Hernández Macías (casi esquina con Insurgentes), se encuentra, desde hace ocho meses, Camila, una boutique de libros, un proyecto de Camila Sánchez, quien además es escritora y editora. “Abrir la librería era un sueño que tenía desde chiquita. Cuando fui adolescente tuve una depresión muy fuerte y en el proceso de sanación descubrí en la lectura que existían otros lugares y otras vidas que también sufrían y que, sin embargo, decidían continuar viviendo. Eso me salvó, fue como un bálsamo para mi corazón adolescente. Siempre quise compartir esto con el mundo, por eso la selección de libros de la boutique también es muy mía”, nos comparte. Haciendo la curaduría de manera muy personal, Camila ofrece a los lectores, además de sus gustos personales —como las escritoras latinoamericanas: Fernanda Trías, Clyo Mendoza, Guadalupe Netel—, algunos clásicos como Virginia Woolf o Charles Dickens, dando también espacio a editoriales que hacen la apuesta por los nuevos talentos latinoamericanos. Todo esto en la sección de libros en español. La sección de libros en inglés se perfila más por las tendencias del momento: lecturas actuales, best sellers, No-ficción, entre otros estilos.
“Pretende ser un espacio de encuentro cultural; la venta de libros es la excusa para que los lectores de San Miguel tengamos un espacio para encontrarnos y poder hablar de libros. Por ello tenemos los clubs de lectura, los talleres y las presentaciones de libros”.
Un servidor, para ilustrar la experiencia, se llevó en su última visita El nervio óptico de María Gainza y No leer, crónicas y ensayos sobre literatura de Alejandro Zambra.
Dentro de las entrañas del Distrito Soma, se encuentra Loreto Librería —que recién cumplió su primer año—, un proyecto de dos hermanos (Marcela y Julio César Rodríguez Loreto), que arribaron a San Miguel decididos a abrir un espacio donde los amantes de la literatura pudieran dar con una selección bien cuidada de editoriales que no se encuentran tan fácilmente, además de autores consagrados y emergentes; confiando que en San Miguel hay una capacidad lectora para el material que tienen en la librería: literatura, diarios, ensayos, libros de arte. “No se va encontrar novedades de best seller, de sagas, de libros de coyuntura, de libros de autoayuda; sí los clásicos, sí contemporáneos, pero no literatura de fácil acceso que puedes encontrar en cualquier otra librería. Sabemos que es una gran apuesta salirse de lo comercial, y ese es el concepto de Loreto Librería”, nos comparte Marcela, con quien platicamos. Durante su charla, también nos expuso su preocupación por la obsesión que la sociedad ha abrazado respecto a la virtualidad a la que nos sumergen los dispositivos electrónicos, que también nos alejan del ejercicio de la lectura: “No estoy en contra de lo digital, son herramientas, y así tendríamos que verlas. Pero me preocupa que nos volvamos como esos seres que describía Platón dentro de la cueva. Me da la impresión que hoy como sociedad estamos en esa cueva, cuando la realidad está afuera. Esa cueva es el celular, la computadora; no por lo que son, sino por cómo muchos los usan. Entonces yo como lectora gustosa desde la infancia, no podría sino apostar como negocio en los libros”, y nosotros agregaríamos que Marcela lo hace para hacer frente a esa virtualidad engañosa, para sacarnos de la cueva. En mi más reciente visita —para seguir con el ejercicio— me llevé de Loreto Librería: Litoral de tinta y otros poemas de Verónica Volkow, Aluvial de Tomás Segovia y Yoga de Emmanuel Carrère.
Síguelas por IG: @unaboutiquedelibros y @loreto_libreria