Por Paola Velasco
Sin duda, uno de los escultores mexicanos más prominentes de todos los tiempos es Federico Silva. Nació en la Ciudad de México el 16 de septiembre de 1923. De manera autodidacta se inició muy joven en las artes plásticas, colaboró con el Mtro. David Alfaro Siqueiros en algunas obras públicas. Ha sido un innovador de la técnica y de la forma generando influencias y cambios en el arte de México.
Desde 1945 ha participado en un gran número de exposiciones individuales y colectivas, en México y en el extranjero. Entre sus obras más importantes en México están: Fuente Solar obra que produce el arcoíris, en Michoacán; Alux de la Muerte, en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco; Canto a un Dios Mineral, en el Palacio de Minería; Vigilante, pieza conmemorativa al Satélite Morelos; La pintura mural Huites, en Sinaloa, así como diversos monumentos en los estados de Aguascalientes, Puebla, Tlaxcala, entre otros. En la UNAM, fue promotor del “Espacio Escultórico” y realizó otras obras como Pájaro C y Serpientes del Pedregal, escultura transitable de 400 metros de longitud; Historia de un Espacio Matemático, pintura mural y relieve escultórico exterior en la Facultad de Ingeniería. En el extranjero ha realizado obras en España, Estados Unidos, Francia, Suecia, Jamaica y Japón. Es miembro numerario de la Sección de Escultura de la Academia de Artes, creador emérito del Sistema Nacional de Creadores.
En la Ciudad de San Luis Potosí, existe el Museo Federico Silva donde podemos apreciar gran parte de su obra en una exposición permanente. El volumen de las piezas hizo que algunas de ellas tuvieran que terminar de montarse en el lugar exacto de su exhibición. El Museo fue inaugurado el 18 de septiembre de 2003, como un recinto único en América Latina, este Museo se especializa en la creación tridimensional.
Poseedora de una vital energía, la obra de Federico se yergue digna y majestuosa en un hábil manejo de todas las posibilidades del espacio; sus esculturas se muestran estoicas y siempre sorprendentemente resueltas sin dejar de lado el contenido estético y emocional que tan bien distingue a nuestra historia y que sin embargo paradójicamente se expresa en un lenguaje enteramente contemporáneo.
En el sitio arqueológico Cañada de la Virgen en San Miguel de Allende, podemos apreciar sus esculturas en exposición temporal de la sala de visitantes.