Por Arturo Morales Tirado
En términos geológicos, geográficos, fisiográficos y hasta culturales, hemos nombrado y seguimos escuchando en voz de políticos, comunicadores y hasta investigadores y estudiosos de las ciencias sociales, decir que todo el estado de Guanajuato es El Bajío, incluso, algunos incluyen al estado de Aguascalientes.
Repito, en términos geográficos generales esto es inexacto, por no decir una mentira; incluso, en el libro de Geografía del tercer grado de primaria, se mencionan claramente divididos a el Bajío y a la zona de los Altos de Guanajuato, compuesto por los actuales municipios de: Guanajuato, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, San Felipe, San Diego de la Unión y Ocampo, con parte de los municipios de San José Iturbide, Doctor Mora y San Luis de la Paz.
Como hemos mencionado en anteriores entregas, para comprender los tiempos idos, es importantísimo observar y acercarnos al contexto en que ocurrieron estos eventos: considerar su tiempo, su espacio y sus circunstancias (gobernanza, economía, sociedad, cultura y ecología) de la sociedad novohispana que pobló durante casi tres siglos el territorio de la Frontera de la Tierra Adentro, demarcado más por la naturaleza sin el impacto de los humanos, refinada más por la geología, geografía y fisiografía de esta frontera que incluye en una mínima parte las tierras bajas o Bajío, de los valles volcánicos bajos, en torno a la cuenca del otrora río Grande al que hoy conocemos como río Lerma, el cual tiene su origen en los manantiales de Almoloya y otros más en torno al volcán Nevado de Toluca.
En esta gran cuenca del actual río Lerma, el Bajío comienza por el oriente en las cuencas de los ríos queretanos: San Juan y Querétaro y por el norte, entre otros ríos del actual estado de Guanajuato: la cuenca baja del río Laja, a partir del Puerto de Calderón en el actual San Miguel de Allende, cruzando el territorio del actual municipio de Comonfort en torno a los volcanes: Palo Huérfano, San Pedro y La Gavia. Otros ríos norteños del Bajío Guanajuatense son: el río Tamascatío, Guanajuato, Silao, Santa Ana y el Turbio.
Con esto queremos decir que el Bajío Guanajuatense, del oriente al norponiente los componen, parcial o totalmente, además de Comonfort, los siguientes actuales municipios: Apaseo el Grande, Apaseo el Alto, Tarimoro, Jerécuaro, Celaya, Villagrán, Cortazar, Salamanca, Pueblo Nuevo, Irapuato, Tarimoro, Salvatierra, Acámbaro, Yuriria, Uriangato, Valle de Santiago, Huanímaro, Abasolo, Cuerámaro, Pénjamo, Romita, Silao y León.
En contraste, la fisiografía, geología y geografía de los Altos de Guanajuato, en gran mayoría en las tierras poco fértiles, de poca capa arable, o algunas entre montañas, mayoritariamente de roca sedimentaria y metamórfica, obligó otra adaptación, en un principio, de los habitantes humanos de estos ecosistemas y a la larga del propio impacto humano sobre este territorio de Aridoamérica.
Parte de este contexto diferenciado entre el Bajío guanajuatense y los Altos de Guanajuato, durante el virreinato transformó el paisaje y el modo de producción agrícola y pecuario con la construcción de un sinnúmero de presas y represas de agua superficial en toda la cuenca alta del río de la Laja, desde sus manantiales de origen, principalmente en: Sierra de Lobos, más los de: Cuatralba, Santa Bárbara y El Cubo, en el norte, hasta el Puerto de Calderón, los volcanes Palo Huérfano (Los Picachos) y Támbula (La Joya), más la Sierra de Codornices (Mesa del Gato y Sierra Morena), al sur de esta Subcuenca Alta del río Laja, o Los altos de Guanajuato.
Después de finalizada la llamada Guerra Chichimeca, a finales del siglo XVI, ocurrida en los Altos de Guanajuato y parte del semidesierto de Aguascalientes, San Luis Potosí, Jalisco y Zacatecas, aprovechando la fisiografía de esta región, en torno a los ríos tributarios de la cuenca alta del río Laja, los propietarios y quienes ostentaban mercedes de aguas, de labores agrícolas, estancias de ganado, y hasta ventas, se construyeron decenas de presas y represas con el propósito de potenciar la producción agrícola y pecuaria.
En un recuento breve de algunas de las presas de agua superficial más significativas en los Altos de Guanajuato, la mayor parte de estas en torno a las grandes haciendas agrícolas y estancias de ganado, podemos mencionar a las siguientes: en San Felipe: La Cieneguita, La Quemada; en Ocampo: La Tinaja, Ibarrilla; en San Diego de la Unión: Vallado, Monjas, Guadalupe, San Franco; en Dolores Hidalgo: El Gallinero, San Francisco de la Erre. En el actual municipio de San Miguel de Allende, justo en la parte más baja de la Subcuenca Alta del río Laja, entre otras: La Estancia, Atotonilco, Santa Rosa, San Isidro, Trojes de Belén, El Fraile, Calderón, El Obraje, El Batán, San Pedro de Landeta, El Carrizal, Puert de Nieto. Estas presas de agua, algunas construidas escalonadas, en gaviones, o con sus contrafuertes rectangulares, cilíndricos o mixtos, por su carácter auténtico, único, irrepetible y excepcional, sin duda, constituyen Maravillas de nuestra Frontera de la Tierra Adentro.