Por Carmen Rioja
Tras la transformación digital del turismo global, uno de los destinos que se puede planear fácilmente desde México o Estados Unidos es Argentina. Buenos Aires, la capital, tiene los más exquisitos edificios y monumentos. Su arquitectura –afrancesada en muchos casos– va desde el siglo XVIII, XIX y XX hasta los nuevos rascacielos en la zona costera que recuerdan a ciudades futuristas como Nueva York, Dubai o Hong Kong. Y con la novedad de que el puerto comercial que había quedado en desuso, se transformó después de la pandemia; decenas de edificios y bodegas de tabique terracota de la época industrial fueron totalmente renovados y cobraron una nueva y vibrante vida cultural. Docenas de jóvenes y familias pasean por la rivera para tomarse una foto, comer un choripan, o beber una cerveza. Un nuevo servicio de paparazzis personalizados está de moda en algunas plataformas digitales.
Aunque la densidad de turismo actual en tráfico es mucho más alta de lo que hubiéramos imaginado, sigo recomendando aprovechar lo que ofrecen en todo Argentina para los visitantes. Sí, es verdad que los aeropuertos estaban casi siempre saturados o a su máxima capacidad, había largas filas de espera que le quitan las ganas de viajar a cualquiera. Y es que el reto para cruzar fronteras internacionales –además de pasar los controles de migración y aduanas con sus interminables filas–, es una disparidad económica entre países tal, que se crean abismos en el tipo cambiario de divisas. De manera que el mismo escenario para algunos representa un paraíso, y para otros un precipicio. Los alimentos tienen diferente valor según la moneda de origen del comprador; pero también según el punto geográfico donde se ubique el producto y su traslado. Por ejemplo, un expat norteamericano puede comprar más con cinco dólares apenas cruza la frontera a México, pero si avanza hacia el sur compra mucho más con los mismos cinco dólares, y el triple si llega hasta Argentina.
Al turismo se le favorece para motivar el gasto con el tipo cambiario “blue”, que se usa en algunas casas de cambio y es como lo toman algunas tiendas– equivalente a unos 320 a 350 pesos argentinos por dólar. Mientras que el tipo de cambio oficial del gobierno argentino se ubica esta semana alrededor de los 180 pesos argentinos.
Por ejemplo, en un restaurante precioso con vista al río y música en vivo, lo recomendable era un clásico platillo de milanesa de res para dos personas, gruesa y grande, con papas de gajos y ensalada y cerveza con refill. En promedio cuesta unos 1,200 pesos argentinos, es decir, alrededor de cuatro dólares al tipo blue. ¡Menos de ochenta pesos mexicanos por las dos personas!
Y frente a la plaza de Palermo, por menos de 10 dólares americanos pueden comer dos personas con un corte de carne fino de los que no se podrían acabar el plato –incluyendo una botella de vino tinto.
Encima de toda esta generosidad, los argentinos son muy amables con los turistas. Tuvimos conversaciones espléndidas con taxistas de diferentes nacionalidades, cocineros, abogados, maestros, enólogos y hasta juezas y fiscales del sistema tributario quienes nunca dudaron en compartir su sabiduría y experiencia con los foráneos. El punto de vista del argentino es de un orgullo bien ganado y muy merecido, no es altanería, es simple explicación de lo que lograron, quienes decidieron vivir en tierras tan agrestes y conseguir con trabajo arduo la fertilidad de los campos y del espíritu.
Nuestra guía del recorrido de los Siete Lagos, una bióloga conservacionista, nos habló del actual peligro de extinción del ciervo patagónico a consecuencia no sólo del cambio climático y de la creciente urbanización intensiva en lo que antes era todo su territorio, sino también a causa de la introducción de otras especies de ciervos europeos que están desplazando al original ciervo endémico patagónico ya que el europeo es del doble de talla y volúmen de osamentas. Un desequilibrio más de la naturaleza causado por el hombre.
En Argentina florecen las artes, la literatura y el pensamiento siguiendo a la naturaleza como inspiración. Basta con ver el sistema de acequias de riego que permea por toda la ciudad de Mendoza con agua limpia y de acceso público en cada plaza y en cada parque. Basta con ver los cientos de lugares con comida de calle de calidad que abren por las noches y la seguridad con que se puede caminar hasta tarde gracias al trabajo de las autoridades.
Aunque tradicionalmente la principal fuente de ingresos al país es debida a la exportación de carne de res, cortes finos y productos de cuero, Argentina también está exportando cerdo, calabazas y otros bienes de consumo, en especial a China. Pero no todo es carne, hoy día hay una corriente cada vez más nutrida de veganos, ecologistas y economistas que buscan transformar el futuro de Argentina hacia otros rubros que no sean el del ganado y sus derivados.
Si les preguntas, muchos de los argentinos te responderán que la única razón por la que su economía está en crisis es la corrupción de las altas esferas, ese cáncer que afecta a todo el planeta. Los buenos profesionistas no están interesados en la política por esa razón. Y los que quedan en el gobierno no saben sumar dos más dos. Así lo expresó en Mendoza un profesor que trabajaba de conductor en Uber.
Ahora entiendo de dónde llegó la inspiración con que le pusieron por nombre: Argentina a mi abuela mexicana. Y aunque la calidad de su carne y vegetales es excepcional, en Argentina no hay tacos, así que va ganando México por knock out. Pero esa es otra historia. No se pierdan para la próxima semana: Arandas, la región del tequila y el taco de suadero.
Instagram @carmen.rioja