Destino agreste de México
Por Carmen Rioja
Apenas nos internamos en los Altos de Jalisco, en la ruta del tequila y los mezcales, aparecieron frente a nosotros suaves lomeríos de tierra roja, con infinitas hileras de agave azul que elevan sus puntiagudas hojas abiertas al sol. Parecen los rayos de la Virgen de Guadalupe, Madre Tonantzin, madre del agave.
Íbamos camino a ver a un familiar enfermo hasta su hogar en Arandas, al sur de los Altos. De aquí se dice que es el mejor tequila del mundo, por el sabor y calidad que los minerales y nutrientes de su tierra roja le otorgan.
Llegamos a esta pequeña ciudad, aún no demasiado maquillada por la modernidad, donde hay una taquería en cada esquina… y una tienda de tequilas.
En Arandas se pueden visitar varias casas tequileras como la de Cazadores y conocer el proceso de elaboración. Una sola planta de maguey tarda en crecer de siete a 12 años.
Para preparar el estómago, nos propusimos ir probando tacos de puesto en puesto, ya fuera a la hora del almuerzo o para cenar. No debían faltarnos los tacos más famosos, los del carrito de La Báscula o también conocidos como los de La Salle, donde tienen de suadero de res, buche, nana, tripa y longaniza. Nuestros familiares también nos recomendaron ir a los de barbacoa de borrega terminados al vapor, frente al Templo de San José Obrero. Y que fuéramos a ver la campana más grande de Latinoamérica allí junto al Templo. Obvio apuntamos todo a detalle. No imagino mejor forma de conocer un pueblo que por su comida y sus bebidas. En el caso de México, por sus tacos callejeros y licores 100% de agave.
Cuando llegamos al centro, se celebraba misa de difunto. El silencio imperaba en la colosal nave de arcos ojivales del templo de San José. Había cientos de feligreses y duelos que abarrotaban la iglesia hasta afuera por todo el atrio. Mientras, en la plaza, una banda entonaba un corrido norteño para los paseantes de sábado por la tarde. Algunos vestidos de riguroso negro susurraban entre sí.
Al salir aprendimos que la campana de este templo es la más grande de Latinoamérica y la séptima del mundo, pero jamás ha sido tocada; su peso de catorce toneladas ha vuelto imposible subirla a una torre o estructura que resista. De ahí su lúgubre nombre: la Reina del Silencio. Otros dicen que el sonido no fue el deseado y se prefirió dejarla en silencio.
El verdadero México escapa a todo complejo turístico de fantasía que se parezca más a una experiencia diseñada por la casa productora de Walt Disney, que al México verdadero en el que crecimos.
Tristes, nos fuimos a los tacos Pelayo, esos son especiales porque además tienen de pastor. Ellos empezaron en un carrito en la calle, hasta que los corrieron y tuvieron que rentar un local donde hoy continúan. Tal vez comimos demasiado, pues estaba barato y compartiendo en familia nos rindió muy bien. Todavía cenamos unos tacos de lengua que solo se ponen en las noches. Ahora necesitábamos un tequila para la digestión.
Y seguimos durante tres días las sabias instrucciones del tío al pie de la letra. En cada vuelta, regresábamos con más tacos a su casa.
No les voy a negar que cometimos algunos excesos sobre todo en el comer tacos callejeros y los nuevos mezcales con agaves de Oaxaca que ahora están produciendo también por estas tierras.
Pero el capuchino del Café de la Viuda nos resucitó a la mañana siguiente con su sabor de antaño.
Aún nos faltaba ir por los tacos favoritos del tío, así que nos encaminamos a su puesto de confianza, donde nos ofrecieron taquitos de suadero dorados o suaves y con cebollitas fritas para acompañar. Esa mañana dominguera, los tacos dorados ganaron por mucho a todos los demás. No por nada vimos pasar a una señora mayor que bien podía haber sido Bernarda Alba, llevando bajo el brazo una orden de tacos para su casa.
Vale mucho la pena visitar todo México, es buena idea revisar los últimos boletines de la Embajada Americana sobre las carreteras y boletines de la secretaría de comunicaciones y transportes o aplicaciones como Waze. Se recomienda viajar en grupos de más de cinco y siempre de día. Yo fui con familiares y la pasé estupendo con cada uno de ellos, en un viaje al pasado en donde compartimos tiempo de calidad. Y hasta la más experta en Arandas descubrió de último momento una tortillería artesanal con las más exquisitas tortillas de nixtamal fresco, humeantes por dentro y deliciosas con el queso de allá mismo. No cabe duda de que México es como esa campana imponente pero callada, la Reina del Silencio.
La campana más grande del mundo jamás tocada.