Por Fernando Soria
Quien no recuerda “los pocitos”, el rancho del “atascadero”, el majestuoso portón de ingreso el cual se inspiró en la puerta de Santa Clara en Cusco, Perú y lo mandó construir el famoso pintor Felipe Cossío del Pomar, quien había comprado el rancho al torero tapatío Pepe Ortiz.
En la antigüedad este lugar se llamaba “La cieneguilla” o “Ciénaga de Pineda”, aduciendo la abundancia de cristalinas aguas que brotaban de diferentes manantiales. En tiempos de lluvias, la vegetación era exuberante; siendo famosos sus gigantescos pirules, sus abundantes moreras y árboles frutales, detrás y junto al templo de Santo Domingo la vegetación era tal, que ese lugar se conocía como “La sierra”.
El agua bajaba en cañerías abiertas, propias para regar las huertas vecinas en donde se cultivaban flores y árboles frutales.