Por Libera Lang
Foto por Rosario Ruiz
El periodista canadiense y autor de varios libros sobre la crisis del agua en Norteamérica, Chris Wood, lanzó una rotunda verdad: “la acción ecológica nacional es más inmediata que la seguridad civil. Calles seguras no sirven de mucho cuando la población se está muriendo de sed”.
La seguridad ecológica sólo requiere de la decidida acción colectiva. Más que dinero, solicita ciudadanos conscientes y comprometidos, informados y dispuestos a trabajar juntos para promover el cambio. “Cuanto más florece la naturaleza, más agua vamos a tener y mejor resistiremos los cambios climáticos”.
Hace algunos años el autor ofreció una charla en la que confirmó lo que ya todos sabemos: que en vez de optar por una acción colectiva, estamos tomando pasivamente aguas fósiles de los acuíferos que no están siendo recargados vía infiltración de aguas superficiales provenientes de los escurrimientos provocados por las lluvias. De continuar así, vamos a “agotar” dentro de poco nuestro “ahorro” líquido y vivir de los limitados cuerpos superficiales de agua, prácticas de conservación y recolección del agua de lluvia.
Acompañado del agrónomo y entonces gerente del Consejo Técnico de Aguas Subterráneas (COTAS) del Río Laja, Jesús Arteaga, afirmó que San Miguel de Allende ilustra este escenario. Gracias a las mediciones sostenidas desde 1996 a 2012 ya se había registrado una reducción del acuífero de más de 100 metros. “A partir de nuestros registros sabemos que tenemos un déficit de 32 millones de metros cúbicos de agua por año.”
Ambos estuvieron de acuerdo en que si pudiéramos infiltrar el agua de lluvia, cambiar a otros cultivos ahorradores de agua, reforestar y restaurar completamente la zona, además de aplicar mejores prácticas de riego, sustituir la visión oficial de corto plazo por una de largo alcance y eliminar la depredación de las grandes empresas exportadoras agrícolas, podríamos estar en una situación de equilibrio. “Con este objetivo hemos trabajado estrechamente con los agricultores y campesinos. El cambio en sus patrones de pensamiento y cultura del agua es esencial para avanzar en este sentido”, explicó el entonces gerente de COTAS.
Sin embargo, reconoció que los productores no abandonan sus hábitos tan rápidamente, incluso mostrándoles el beneficio de reducir los fertilizantes y mejorar los sistemas de riego. “Si un agricultor ahorra agua del 30 al 60 por ciento, en vez de mantenerse en el ahorro aumenta las hectáreas de cultivo, por lo que el problema nunca termina. El agricultor no está realmente preocupado por el recurso hídrico. Y hay una gran cantidad de empresas extranjeras que exportan sus productos y sólo persiguen mayores ganancias. Ellos no se preocupan por el agua tampoco.”
Tanto Jesús Arteaga como Chris Wood coincidieron en aquel momento que a mayor material orgánico incorporado a los suelos, mayor captación de agua de lluvia para el acuífero y menor es el agua que se escurre amenazando con inundaciones, sobrecargando los sistemas de tratamiento o perdiéndose mediante la evapotranspiración.