El Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco

Por Luis Felipe Rodríguez

En mayo de 1740 se coloca la primera piedra del Santuario de Atotonilco, Gto.

El Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco es un templo barroco del siglo XVIII, fundado por el padre Luis Felipe Neri de Alfaro en el año de 1740. Está dedicado a Jesús Nazareno, anexo tiene una casa de Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. El Santuario de Atotonilco es conocido por haber sido partícipe en la historia de la Independencia de México, cuando el Cura Miguel Hidalgo tomó una imagen de la Virgen de Guadalupe como bandera del ejército insurgente.

La importancia del Santuario quedó confirmada el 7 de julio de 2008 cuando fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO junto a la ciudad de San Miguel de Allende. El santuario de Jesús Nazareno fue además uno de los más de 60 sitios individuales inscritos en 2010 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, parte del Camino Real de Tierra Adentro (n.º ref. 1351-015).
En la parte exterior del templo se pueden apreciar grandes muros que dan la impresión de que la iglesia fuera una fortaleza. Los muros exteriores son de diez metros de largo; las cúpulas alcanzan los veinte metros y la torre de reloj es de veinte metros de altura. La entrada principal es además sencilla con un arco «mixtilineo» que mira al este, hacia el Jerusalén, dando a todo el complejo una orientación este-oeste.

Hacia el sur a lo largo de la fachada principal está la Casa de Ejercicios y la torre del reloj. Al norte está la Santa Escuela de Cristo. Frente a la fachada principal hay un atrio estrecho, que una vez fue utilizado como cementerio. Hoy en día, es la sombra de los árboles y se encuentra rodeado de una pequeña valla. La iglesia principal es de una sola nave sin una cúpula, alineada en los flancos norte y sur de las capillas y cámaras.
En el lado norte de la nave, hay una nueva sacristía, la Capilla del Rosario, las cámaras del Padre Luis Felipe Neri, la Capilla de Belén, el Bautisterio, y la sala del Relicario. En el lado sur, está la Capilla del Santísimo, la Capilla de la Soledad, la Capilla de Loreto con sus camarines, la Capilla de la Gloria Escondida y la Capilla del Santo Sepulcro con la Capilla del Calvario detrás de ella.

Las paredes y techos del interior están casi totalmente cubiertos de obra mural, escultura, inscripciones y pinturas al óleo en un estilo llamado “barroco popular mexicano”, aunque la influencia indígena se puede ver. La única excepción a esto son los altares neoclásicos que se instalaron más adelante. La mayor parte de la obra mural fue realizada por Antonio Martínez de Pocasangre durante un período de treinta años, con casi ningún espacio libre entre las numerosas imágenes.