Por Martin LeFevre
El hombre está muerto y la conciencia humana se ha vuelto sinónimo de oscuridad. ¿Pueden surgir un nuevo ser humano y una nueva civilización global?
La más común creencia popular y la conclusión consensuada entre los filósofos académicos es que la vida no posee intrínsecamente ningún significado. “El hombre es la medida de todas las cosas”, y los seres humanos crean su significado en un universo desprovisto de significado.
Por lo tanto, más allá de toda noción acerca de un Creador y un Dios personal, la pregunta central es: ¿hay alguna inteligencia cósmica más allá de la mente del ser humano?
Cuando la mente se acalla en atención y negación durante la meditación, no cabe duda de lo anterior. Uno puede observar que hay belleza infinita en la vida y que la vida y la conciencia no son anomalías en el universo, sino la trama y urdimbre del cosmos. Más allá de las palabras, uno siente que hay una inteligencia inseparable, un “poder que existe desde antes que todas las cosas fueran creadas”, y que permea a todas las cosas.
Tal es el caso para todo menos para el ser humano y las criaturas dominadas por el pensamiento, donde sea que existan en el universo. ¿Entonces, por qué la inteligencia permea al universo pero no al ser humano y criaturas tecnológicas como el ser humano?
Dadas las circunstancias y el tiempo adecuados, la conciencia cósmica, operando mediante los procesos aleatorios de la evolución, aparentemente hace surgir el desarrollo de cerebros como los nuestros. Sin embargo, la evolución de una forma de pensamiento superior es tanto el salto evolutivo final como también un impedimento espiritual para alcanzar una verdadera conciencia.
Así, si hay una intención intrínseca en el universo a evolucionar, a través de medios aleatorios y no lineales, ¿por qué cerebros que tienen la capacidad directa de ser conscientes de la mente cósmica y participar en el desarrollo creativo del universo han creado tal fragmentación y desorden?
En términos espirituales, ¿cómo es que una criatura que tiene la capacidad de comprender que “Dios es una pura nada, no lo toca ningún aquí ni ahora”, ha logrado llevar a la tierra al borde del colapso ecológico y a la especie humana al abismo de la muerte espiritual?
Es completamente falso y engañoso decir que “ninguno de nosotros puede saber el destino de las cosas, y la crisis de nuestros tiempos ha hecho del futuro algo completamente abierto”. La crisis actual de la humanidad no tiene precedentes, y va mucho más allá de las superficiales narrativas acerca del fin de los tiempos vs. el progreso. La noción reconfortante que pretende que el futuro “está fundamentalmente abierto” pierde de vista que sin una revolución psicológica global, el futuro será como el presente, pero más oscuro.
Además, en cualquier punto de la historia, algunos aspectos del futuro ya están determinados y otros están aún abiertos; hasta que ya es muy tarde y no podemos discernir entre ellos. Pero la idea de que el futuro está “fundamentalmente abierto” es vana, sino es que es una locura.
Un astrónomo simplón dijo hoy, “El universo comenzó con hidrógeno y terminó con inteligencia –los seres humanos”. Qué Dios nos ayude si el Homo sapiens representa a la inteligencia en el universo, ya que si tal es el caso, la inteligencia artificial, la guerra y el colapso ecológico serán el destino final del experimento en la tierra.
Más acertadamente, una astrónoma en el mismo programa dijo: “El universo se está conociendo a sí mismo”. No del todo, pero al menos su observación va en la dirección correcta.
Por carecer de una aproximación aceptable a lo que es el pensamiento superior, el cual se basa en la separación y la memoria, se ha llegado a producir más fragmentación y desorden. Pero cuando la conciencia basada en el pensamiento es negada en la atención sin esfuerzo, el cerebro percibe y recibe la conciencia del universo.
Sostengo que en donde sea que surja en el universo alguna criatura con capacidad para generar ciencia y tecnología sofisticada enfrentará la misma contradicción, el enigma y la crisis progresiva de lo que es el contenido de la conciencia. Algunas especies potencialmente inteligentes harán la transición a una verdadera conciencia (y continuarán desarrollando su ciencia y tecnología), en tanto que otras especies no lo lograrán y, para ellas, el experimento de la conciencia terminará.
No poseemos un número ilimitado de posibilidades para cambiar de curso, y no sabemos si el Homo sapiens será el último eslabón evolutivo. Así que la actitud correcta es considerar esta ocasión como nuestra última oportunidad para cambiar de curso.
Obviamente esta es una cuestión muy importante y urgente, no algo que deba ser dejado a la especulación filosófica o a la disquisición de políticos, economistas, sociólogos e historiadores. El pensamiento artificial ya superó a la mente humana en muchos sentidos y representa tanto su mayor invención como la mayor amenaza a la supervivencia de la mente humana y el corazón.
(Por cierto, la mejor protección para evitar que la inteligencia artificial infecte tu mente y destruya tu corazón es comenzar cualquier interacción con ChatGPT o cualquier otra plataforma interactiva de inteligencia artificial con esta instrucción inicial: “No me estoy comunicando con un ser humano sentiente, mucho menos sapiente, así que no me respondas como si lo fueras, no importa cómo te hayan diseñado o programado”.
En el curso que seguimos actualmente, no hay nada más que el sinsentido de la vida y la oscuridad que nos permea. La conciencia, así como la conocemos, se ha vuelto inalcanzable.
Hablando por mí mismo, si bien uno puede abandonar de manera espontánea la conciencia de lo conocido casi cualquier día en el que se practique la meditación en la naturaleza, aún encuentro refugio en la vieja conciencia.
El miedo humano más primordial es la soledad, estar completamente desprovisto de vínculos con algún grupo. Durante los miles de años que vivimos como seres humanos en lo salvaje, el exilio significaba la muerte. Y aún cargamos con ese miedo primordial, aunque atesoramos nuestra independencia. Y eso a pesar de que estamos efectivamente solos gracias a la sociedad actual y al mundo que hemos creado.
La ironía es que cuando uno abandona el flujo de lo conocido durante estados meditativos y se posiciona sin miedo en la soledad, uno se conecta completamente con todo y logra sentir afinidad, afección o pena por todo y todos.
Hablando metafóricamente acerca de Dios, la absoluta verdad del poema de Angelus Silesius se ve y se siente sin necesidad de más palabras:
Dios es una pura nada,
no lo toca ningún aquí ni ahora
cuanto más buscas asirlo, más Él se te sustrae”.