La historia del arte en San Miguel de Allende: Cerámica antigua

Por Natalie Taylor

Cuando se habla del legado del arte, la suposición común es el arte realizado por grandes artistas que han dejado sus firmas y cuyo cuerpo de trabajo ha sido reconocido históricamente. Pero, ¿qué sucede con las obras de arte que no tienen registro del individuo que las realizó, pero cuya excelente producción artística amerita un reconocimiento? Este es el caso de la mayoría de las obras artísticas de los indígenas de América, anteriores a la llegada de los europeos. En México, nos referimos a esto como el período prehispánico.

Me gustaría hablar de una colección de artefactos, tan hermosamente ejecutados que deberían ser reconocidos como parte del cuerpo artístico de la nación. Son anteriores a la llegada de los españoles y son obra de indígenas desconocidos. Tenemos la suerte de tenerlos en San Miguel de Allende, en una amplia colección en la Sala Izcuinapan del Museo de Allende. Lo que hace que estas obras sean significativas es que todas son de la zona de San Miguel, algunas de más de 2,500 años de antigüedad, dos milenios antes de la llegada de los conquistadores españoles.

Debemos agradecer al hombre que recopiló estos objetos, Miguel Malo Zozaya (1906-1972), sanmiguelense cuyos antepasados estuvieron entre los primeros españoles en poblar nuestra ciudad. En la década de 1950, Malo inició la labor científica e investigativa de recuperar la rica historia arqueológica del entorno del río Laja. Trabajó en estrecha colaboración con arqueólogos y recopiló y preservó objetos que encontró a través de su propio trabajo de campo y el de otros. En 1964, comenzó a exhibir estos objetos, nombrando su colección Izcuinapan, el nombre náhuatl de la región de San Miguel.

Entre el 430 y el 540 AC, aparecieron decenas de asentamientos en la comarca del Laja, y las excavaciones en la zona muestran diferentes variedades de cerámica. Se han identificado tres estilos cerámicos, que en conjunto se denominan Cerámica del Bajío. Estos diferentes estilos se definen por el tipo y modo de decoración. El primero es inciso o esgrafiado. Aunque ambos se refieren a diseños rayados en la superficie de objetos de arcilla, el esgrafiado es rascado sobre un objeto seco, cocido. 

La segunda técnica que se encuentra en el estilo del Bajío es el Blanco Levantado, que se refiere a la arcilla de color café pintada con un color más claro. Este estilo aparece en toda la zona de Laja, y se utilizaba en la cocina, los banquetes, los rituales de siembra y cosecha, así como en las ofrendas durante los entierros. Para obtener una olla Blanco Levantado, se aplicaba una capa de arcilla blanca sobre la base, luego con un cepillo de cerdas o un olote, se trazaban líneas en las que después se agregaba un negro del carbón. Así se obtenían los diseños diagonales negros sobre blanco.

Quizás la técnica más simple y una de las más comunes se llama Rojo sobre Bayo. La base del objeto está hecha con arcilla de color rojo oscuro, sobre la cual se pintaron patrones en rojo, creando un diseño monocromático.

La exposición muestra muchos ejemplos de todas estas técnicas, en urnas, joyas, ollas y cuencos, sahumados, incensarios y pipas ceremoniales. Una de las mejores piezas de la exhibición es una colección de pipas encontradas enterradas dentro de un antiguo pozo de fuego, en el sitio arqueológico Cañada de la Virgen. Se supone que lo más probable es que se usaran para fumar tabaco alrededor de un fuego, posiblemente en invocaciones rituales de deidades. Hay descripciones de ceremonias con pipas, en las que participaban hombres purépechas, de la región de Michoacán, así como chichimecas, que habitaban en muchas zonas, incluso en la región del Bajío. Los hombres se sentaban alrededor de una fogata, mientras un sumo sacerdote narraba historias de origen. Los tubos son bastante largos, con una plataforma de apoyo, lo que significa que se pueden colocar en el suelo o en una superficie plana. Las decoraciones están muy bien elaboradas con imágenes de aves, reptiles, y venados. Además de las pipas grandes hay una pequeña, muy bella de unos ocho centímetros. 

Los objetos antiguos de esta magnífica colección deben ser considerados parte del legado artístico de San Miguel de Allende. El hecho de que no sepamos los nombres de quienes las elaboraron no quita la fina artesanía y el gran ojo artístico de los hombres y mujeres que las crearon. Como las pinturas que se encuentran en las cuevas de Europa, que datan de milenios, estas obras también son dignas de admiración y reconocimiento, quienes las realizaron fueron los maestros de su época, los desconocidos Rembrandt y Picasso de su día.

Les invito a visitar y apoyar esta nueva exposición, un tesoro de San Miguel que ahora está permanentemente en nuestra ciudad en el Museo de Allende. 

Natalie Taylor: Licenciada en Literatura Inglesa y Periodismo, Universidad de Loyola, Chicago, 1995. Máster en Escritura Creativa, Vermont College, Montpelier, VT, 1999. Escritora, editora y periodista publicada. Profesora de español en Estados Unidos, profesora de inglés en Buenos Aires, Argentina. Traductora. www.natalietaylor.org Contacto: tangonata@gmail.com