Por Rodrigo Díaz
Inspirados en el Día del Patrimonio Mundial Africano, nos dimos a la tarea de hacer una curaduría de tres propuestas artísticas venidas de este gran continente, cuya historia —como todo ser históricamente sensible sabe— ha sido la más dolorosa del globo: esclavitud, saqueos e invisibilidad, son algunos de los horrendos estigmas que dejó una colonización (como todas) despiadada; la desestabilidad política, la desnutrición y la explotación de recursos naturales por empresas extranjeras, son una herida profunda que debería avergonzarnos como especie, consecuencia de un eurocentrismo y occidentalismo que a la fecha impera sin darnos cuenta —tal vez sólo porque no queremos darnos cuenta—, y que no permite que el talento se desarrolle en igualdad de circunstancias frente a cualquier otro punto del planeta, aún bien entrados en el siglo XXI. Pero el arte es el arte, y la estética no conoce de fronteras, ni de política, ni de historia, ni de razas; trasciende todo aquello que humanamente hemos construido —conceptualmente y no— que tiene como fin la separación. Y como bien se sabe, el arte, como las ideas, se hace más grande cuando se comparten, porque finalmente somos uno y lo mismo.
Esperando a los bárbaros, Ciro Guerra, 2019
Esta película, basada en la novela del ganador sudafricano del Premio Nobel, J.M. Coetzee (el guión fue escrito por él), es una fascinante distopía actual acerca del imperialismo y la barbarie que implica. El lugar en el que se lleva a cabo la trama no tiene un nombre definido, es simplemente un territorio en la frontera del imperio –excusa perfecta para aplicar el tema del libro no sólo a los horrores del apartheid en Sudáfrica, sino a toda sociedad asolada por los poderes colonialistas del siglo XX– y retrata el sinsentido de las conquistas territoriales y el abuso al que se ven sometidos los pueblos incomprendidos que son sus víctimas. El protagonista sin nombre observa con terror la tortura a la que estos pueblos son sometidos, él mismo siendo torturado por sus ideales humanistas que resuenan vacíos en las mentes y corazones inhumanos de sus pares. El imperio se prepara para una invasión de los bárbaros que nunca llega y la sospecha del espectador se hace cada vez más confiada: los bárbaros no son esos pueblos anónimos, nómadas, que desde siempre habitan esas tierras; los bárbaros llegaron más bien blandiendo la bandera del imperio y propagando muerte y desolación.
Los dos hermanos, Germano Almeida, 1995
Germano Almeida es probablemente el escritor caboverdiano más prolífico, reconocido y relevante. Tiene dieciséis obras publicadas, varias de ellas traducidas a diferentes lenguas. Estudió derecho en la universidad Clásica de Lisboa y ejerce como abogado en la isla de São Vicente. A mediados de los años setenta fue fiscal en la isla de Santiago y le tocó la responsabilidad de la parte acusatoria contra André por el delito de fratricidio. Mucho tiempo después escribió esta novela de no ficción basada en ese capítulo de su vida como ministerio público. De humor negro y sarcástica crítica social, el autor nos cuenta este crimen, en donde la cultura machista presente en toda la sociedad acorrala a un individuo para que haga lo que aparentemente es exigido por todos, y que una vil traición amorosa y fraternal se convierta en un crimen con el que la sociedad sacia su temible sed de supuesta justicia y solo sea este individuo confundido quien se lleve la culpa de todos. A veces los valores sociales, mezclados con chismes de tinta machista, coraje y desilusión son suficiente para que el ser humano se convierta en un asesino.
Electricity, Ibibio Sound Machine, 2022
Esta agrupación representa indudablemente parte de lo que es la realidad africana de hoy en día: Eno Williams, vocalista de la banda, si bien nació en Londres, pasó la mayor parte de su infancia en Nigeria con el resto de su familia. Por ello —y junto con los demás integrantes: el ghanés Alfred Kari, Afla Sackey, Joseph Amoako y al brasileño Anselmo Netto, entre otros— fusionan el afrofunk y el drum and bass con algunos cantos nigerianos.
Electricity es su cuarto disco, bajo el sello de Merge Records (Carolina del Norte, EE.UU.), producido por los británicos de Hot Chip, quienes dejan ver su mano de manera clara con el sintetizador —tocado por Al Doyle— que destaca fuertemente en el track “Protection from Evil”, vertiginosa pieza (favorita de su servidor) con la que abre este fabuloso EP, que a través de sus 12 tracks nos lleva por un viaje onírico por las estepas del Congo en un hermoso atardecer, por entre la energía que reverbera en la vida salvaje, o por las calles nocturnas de las grandes urbes como Nairobi o Lagos (o de cualquier ciudad del mundo).