Por Fernanda Noriega
Eugenio Vargas, miembro del Estudio Jurídico Integral Sánchez, Armas y Vargas, es un sanmiguelense apasionado de las tradiciones del pueblo y de la paz que encuentra en sus muros de colores. Lo mismo se le puede ver desayunando en alguna fonda del Ignacio Ramírez que en las carnitas de los Bautista, a las que se refiere como las mejores que ha probado.
Amante de recorrer las vistosas calles, comenta que no hay mejor manera de comenzar el día que con una caminata por el parque Benito Juárez, respirando el aire fresco y recargando energías para el día movido que se aproxima, y es que recorrer San Miguel en su compañía es una ardua aventura: además de conocer la historia de cada edificio y rincón del pueblo, que va contando conforme la caminata fluye, guarda bajo la manga recomendaciones para todos los gustos y horas del día; desde ir a comer a Pueblo Viejo donde la terraza tiene una vista inigualable de la parroquia de San Miguel Arcángel, hasta probar el estilo campirano del Coyote Flaco, camino al santuario de Atotonilco. Y si lo tuyo es algo más hogareño, recomienda dirigirse a la esquina de las calles Hernández Macías y Pila Seca donde se encuentra La Cocina, “los olores salen de las ventanas. Todavía no entras y ya se te antojaron sus enmoladas “nomás” del puro aroma”, comparte Eugenio.
“San Miguel es ese rincón donde habita la armonía”
Entrada la tarde, Vargas gusta de ir a por una Allende, cerveza artesanal producida en San Miguel, ya sea en la 21nica o en el Manantial sobre la calle de barranca, y al preguntarle cómo hace para no irse de largo toda la noche en sus bares favoritos compartió, riendo, que “no hay mejores tacos en la ciudad que los de San Francisco”, así que cada vez que puede termina el día cenando en los conocidos tacos ubicados junto a la papelería Iris.
Eugenio concluye que un día perfecto en el corazón de México para él, consiste en dejarse atrapar por los aromas, los colores y la armonía de su gente. Claro, en compañía de una persona especial, ya que “en San Miguel te enamoras, olvidas y te vuelves a enamorar. Esa es la magia del pueblo”.