Por Francisco Peyret
Hoy en día, según datos de la FAO (Food and Agriculture Organization), el 33% de la tierra se encuentra de moderada a altamente degradada debido a la erosión, salinización, compactación, acidificación y la contaminación química de los suelos. De acuerdo con los científicos, la erosión del suelo es la principal amenaza, se calcula que solamente la erosión de suelos, de aquí a 2050, podría provocar una caída del 10% en la producción de cultivos y la pérdida de 75 000 millones de toneladas de suelo.
La erosión del suelo afecta la productividad del campo agrícola, degrada las funciones de los ecosistemas, aumenta el riesgo hidrogeológico, como los deslizamientos de tierra o las inundaciones, daña la infraestructura urbana, causa pérdidas significativas de biodiversidad y, en casos extremos, conduce al desplazamiento de especies. El proceso más importante de degradación del suelo en México es la erosión hídrica, cuya superficie de afectación, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), asciende actualmente a 37% del territorio nacional (72 465 144 has.).
De acuerdo con Agustín Madrigal (Salvemos al Río Laja, A.C.), cuando se trabajan de manera sostenible, los suelos pueden jugar un papel importante en la mitigación del cambio climático a través del almacenamiento de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Por el contrario, si los suelos se manejan mal o se cultivan mediante prácticas agrícolas no sostenibles, el carbono del suelo puede liberarse a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2), lo que puede contribuir al cambio climático. La conversión constante de pastizales y bosques en tierras de cultivo y de pastoreo durante los últimos siglos ha resultado en pérdidas históricas de carbono en el suelo en todo el mundo.
Desafortunadamente, las discusiones en las 27 Cumbres del Clima (COP) se han centrado principalmente en evaluar los efectos al cambio climático relacionados con el uso de combustibles fósiles, desde donde parece difícil llegar a acuerdos que verdaderamente promuevan la mitigación climática, hay que recordar que a la reciente cumbre (COP 27, Egipto) no acudieron Rusia, por circunstancia de guerra, India y China, países que están entre los grandes emisores de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera y causantes del calentamiento global.
Aún cuando hubo acuerdos importantes como el relacionado con la coalición «Accelerating to Zero» que firmaron más de 200 países para eliminar la venta de automóviles y furgonetas de combustión a partir de 2035 en los grandes mercados, de poco sirve si los grandes productores del mundo aún no lo han firmado: China, Estados Unidos, Japón, India, Corea del Sur, Alemania, México, Brasil y Tailandia.
Ahora bien, en la COP 27-Egipto, tal parece que también se llegaron a acuerdos para fijar fondos destinados a pérdidas y daños entre países más contaminantes y otros en desarrollos, pero eso resulta complejo y poco alentador si estos fondos los manejan instituciones establecidas para el Fondo Monetario Internacional, por lo que deben surgir otras instituciones de financiación con un enfoque más amplio para aplicar recursos a propuestas diferenciadas que tienen que ver con la aplicación de medidas de adaptación al cambio climático, y no solamente disponer de fondos para mitigar daños y pérdidas por fenómenos climáticos en países en desarrollo.
Hay que romper con el paradigma que vive la COP, que centra sus principales esfuerzos en pedirle a los países más contaminadores del planeta y a las corporaciones globales que «mejoren su comportamiento», los impactos del cambio climático son inminentes, los esfuerzos y recursos tienen que concentrarse de igual forma en los procesos de adaptación al cambio climático, que ya estamos enfrentando, pero al mismo tiempo, hay que invertir en el desarrollo de políticas nacionales y locales que le permitan a las comunidades generar experiencias diferentes para producir alimentos, bienes y servicios de forma sostenible, en este esfuerzo es primordial el rol que juega el manejo adecuado de los recursos hídricos y suelos. La disponibilidad de agua y la seguridad alimentaria a nivel mundial está en juego.
La recuperación de suelos y, ahora fundamental, su regeneración son indispensables para reforestar y producir alimentos saludables. Después de 27 cumbres (COP) nos debe quedar claro que las respuestas no las vamos a encontrar en una reunión anual donde chocan un sin número de intereses de todo tipo. Es muy importante encontrar, en otra forma, voluntad política y recursos financieros, porque experiencias individuales, locales y comunitarias exitosas, las cuales se pueden replicar, existen suficientes como para creer que es tiempo de cambiar el paradigma de la globalización.
Aquí un extracto de poesía libre dedicada a la Tierra:
Está llorando el suelo
Por Adán
Está llorando el suelo, llora lágrimas secas de
dolor y de tristeza, llora lágrimas nocivas para
la tierra misma, y su dolor es porque sus hijos
han despreciado su amor.