Por Francisco Peyret
El Presidente Andrés Manuel López Obrador, después de la celebración del 18 de marzo cuando se conmemoró el 75 Aniversario de la expropiación petrolera en México, fue muy criticado por la oposición por su política energética. Sin embargo, parece que las tendencias globales le están dando la razón. López Obrador principalmente habla de soberanía energética, ha invertido muchos recursos económicos y políticos, según sus palabras, para rescatar a la Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos, además del Litio.
De acuerdo con Statistics «la industria petrolera es una de las más potentes de la economía mundial. Cada año se producen más de 4.000 millones de toneladas de este oro negro, un tercio de los cuales provienen de Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia (a pesar de la guerra y las sanciones impuestas por la OTAN). Cabe mencionar que si bien los países de Oriente Medio siguen concentrando más de la mitad de las reservas petroleras del mundo, Estados Unidos ha conseguido sobrepasarlos en volumen de producción, gracias a la exploración de petróleo de esquisto y arenas bituminosas». De esta forma, el monto de las ventas petroleras creció 63.5 por ciento a tasa anual, derivado principalmente por el incremento del precio de referencia del petróleo a nivel mundial a causa del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.
Según datos presentados por el investigador Ignacio Faragiza, los grandes productores hacen caja con las turbulencias económicas; las cinco mayores petroleras occidentales —las estadounidenses Exxon Mobil y Chevron, la angloholandesa Shell, la británica BP y la francesa TotalEnergies— se anotaron una ganancia neta conjunta de más de 196.000 millones de dólares en 2022. Es el doble que en 2021, cuando los precios ya habían empezado a picar al alza y también un 50% más que lo ganado en el tramo final del superciclo de las materias primas, de cuando databa el anterior récord. El año de la guerra y la crisis energética fue, también, el mejor de su historia.
Parece que el negocio del petróleo sigue siendo enorme, no en balde actualmente se están construyendo 80 refinerías alrededor del mundo, Estados Unidos cuenta con unas 129 para darnos una idea del tamaño de estas inversiones. Desafortunadamente todos sabemos que la industria petrolera a nivel global debe ser una de las más nocivas para el medio ambiente, pero en este momento la producción de energía mediante energías renovables solamente representa el 20% del total a nivel mundial. Alemania apostó por las energías limpias, recordemos que cerraron todas sus plantas nucleares para producir energía, este país arriesgó por las energías limpias y el gas ruso, en estos momentos están activando sus plantas de carbón, apareciendo así como uno de los grandes perdedores de cara al conflicto Rusia vs. Ucrania.
Todo indica que todavía la fecha de caducidad del petróleo está lejos de llegar, se calculan de 35 a 50 años. La semana pasada el Presidente Biden anunció la exploración de petróleo en Alaska. A esto hay que agregar que los derivados del petróleo los tenemos en todos lados; combustibles, plásticos, asfalto, fertilizantes, cosméticos, perfumes, complementos alimenticios, telas sintéticas y fármacos, entre otros. Ante la realidad tecnológica y las tendencias económicas mundiales, el discurso sobre el combate al cambio climático y las políticas verdes parecen una mala broma, el tamaño de la industria petrolera verdaderamente supera nuestra imaginación, el consumo de bienes a nivel global apesta a petróleo.
El doble discurso consiste en que, por un lado todo mundo habla del cuidado del medio ambiente y el uso de las energías renovables, y por el otro, sinceramente como países no estamos haciendo nada para cambiar nuestras formas de producir y consumir. Cuando me dicen que ya en los países nórdicos todos sus habitantes usan autos eléctricos me parece un logro ridículo, dado que la energía y todos los componentes de esos autos son derivados del petróleo. Los seres humanos tenemos que entender que los recursos naturales son limitados, inclusive ahora estamos viendo que hasta los bancos tienen sus límites, el camino del consumo desmedido no nos está llevando a ningún lado.
El Presidente Andrés López Obrador nos está regresando al juego de la industria petrolera, que definitivamente es rentable pero es una apuesta muy peligrosa en muchos sentidos, ya en una ocasión renunciamos a esta industria como nuestro motor económico principal, pero no lo cambiamos por nada, porque nuestro principal ingreso lo empezamos a obtener de las remesas de nuestros migrantes. Con la coyuntura económica actual, la geopolítica reacomodándose y el nearshoring de la industria mundial, una vez más tenemos la oportunidad de diversificar nuestra economía rumbo a algo más sano y con mejor futuro.