Por Jesús Aguado
Luego de 80 años, comenzaron a construirse—otra vez—aviones en México. La aeronave ligera es el Halcón 2, diseñado y construido en Guanajuato por Horizontec, con participación de una empresa local, dirigida por Fernando Balderas López; responsable también de la apertura de la única escuela de ingenieros en San Miguel; aunque cuando presentó su proyecto a la Secretaría de Educación Pública Delegación Guanajuato a inicios del año 2000, le dio su primera opinión y pregunta: “en San Miguel no hay industria ¿en dónde van a trabajar tus ingenieros”? Hoy ya sabemos en dónde están.
Fernando Balderas Martínez
La historia del responsable de la escuela de ingeniería ITSSC, comienza en Ibarra, una comunidad rural de Ocampo—al norte de Guanajuato. Ahí nació Fernando Balderas Martínez, papá de Fernando, Maru, Meche, y Juan Carlos Balderas López. Balderas Martínez estudió en Ocampo la primaria en la única escuela privada que había en esa ciudad. Pero ¿luego a dónde? El centro educativo era dirigido por religiosas, él era aplicado, y fue invitado al seminario a León. Luego de la preparatoria, se dio cuenta la vida religiosa no era para él, y fue a México para estudiar abogacía en la Escuela Libre de Derecho. Fue un hombre trabajador, y eso lo llevó a trabajar en la procuración de justicia; ello lo trajo a San Miguel como Juez “era juez cívico, penal, mercantil, hasta de la Plaza de Toros. La ciudad era pequeña, él era el único en San Miguel, era a inicios de los 60”, nos contó su hijo Fernando Balderas López.
Fernando Balderas López
Hoy tiene 50 años habitando en San Miguel. Si hacemos una retrospectiva, recuerda que su vida transcurrió en el Centro, en calle Mesones. Ahí estudio en el Instituto María del Refugio Aguilar. Todo quedaba cerca: la tienda, la farmacia, el peluquero, el banco. Las calles eran de doble sentido. Reconoce que es producto de escuelas públicas. Nos recibió en su oficina que no se parece en nada a aquella en que trabajó de inicio en calle Mesones, donde había solo una computadora, y una mesa—a la que, por cierto, le faltaba una pata.
En su oficina, están bien ubicadas las fotografías de las personas que forjaron su presente. Ahí está la fotografía de su papá, del ingeniero Gerardo Arredondo, y de María de los Ángeles Romero. Y los recuerda con cariño. Balderas recordó en nuestra conversación que en la casa siempre hubo lo suficiente, pero él sí se quedó con tentación de tener algunas cosas que no eran posibles. De hecho, hacía listas sobre lo que faltaba en San Miguel, porque tenía una visión empresarial. “Quería tener mi propia empresa, no sabía de qué, pero quería un negocio propio” nos dijo. También nos comentó (en una plática muy relajada) que de niño siempre le gustaba “desconchinflar” cosas, “armaba y desarmaba carajadas. Una vez que las desarmaba algunas no volvían a quedar iguales—grabadoras, casetes, bombas para agua, todo—me preguntaba cómo funcionaban. Mis papás ya no querían que tocara las cosas”; y las matemáticas no le desagradaban.
Paletas Pingüino, y el joven que estaba listo
Cuando Balderas estudiaba en la FIMEE (Facultad de Ingeniería Mecánica y Electrónica de la Universidad de Guanajuato) aprovechaba los veranos, e iba a trabajar a Estados Unidos. En Dallas, Texas; cerca de la catedral se le podía ver vendiendo paletas. “Apoyaba a un negocio que tiene un tío en Oak Cliff. Empujaba el carrito con paletas. En la catedral, los domingos, vendía todas rápido. Lo llenábamos varias veces”. Fue mesero, garrotero, lavatrastes. Claro que le ayudó estudiar inglés en San Miguel, nunca supo cuándo lo necesitaría.
Concluyó la carrera un viernes. El lunes ya estaba llamando al CIDESI –Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Se entrevistó con Gerardo Arredondo (QEPD) director de ventas. La entrevista versó sobre si: hablaba inglés, tenía visa, si había vendido algo alguna vez. “Había vendido paletas si eso contaba” comentó Balderas. Le ofreció trabajar con el CIDESI por diez mil pesos mensuales (equivalente a dinero actual); o trabajar con él por tres mil pesos. “Él tenía una empresa, NEOTEQ, comercializaba máquinas numéricas, y software entre él ANSYS. Yo debía comercializar ANSYS”.
Recuerda Fernando Balderas que rechazó trabajar por diez mil pesos, y tomar la idea de tres mil en NEOTEQ pues “tenía oportunidad de aprender y de crecer. Sería mi propio jefe, podría viajar, vender, hacer clientes. El software tenía futuro. Me gustaba la idea de no tener que reportar a alguien. Pero, no había clientes de ANSYS en México, era nuevo. Así inicié a los 23 años. La computadora que tenía yo era una 286. Le metía como 500 floppy. No había mouse, era comando. Sobre el software al inicio hubo rechazo, desconocimiento, desinformación. No es un software barato, cuestan miles de dólares. Mi primer cliente fue el Instituto Mexicano del Petróleo”, nos dijo y sobre el empleo reconoció “no se requiere ser alguien listo, sino estar listo al momento que llegan las oportunidades”.
ANSYS y la Escuela de Ingeniería
La historia sobre el nacimiento de ANSYS, sus creadores, distribuidores, subdistribuidores, y sobre cómo finalmente Balderas se volvió socio de la empresa es extensa. Lo que sí es que Ansys es tecnología que se usa para “hacer cosas nuevas, diferentes, para probar mediante simulación por computadora cosas que no han sido probadas, que no existen, no hay material, documentos, la simulación sirve para eso, saber si van a funcionar las cosas” nos comentó Balderas.
Al representar ya de lleno a la compañía en México, Fernando decidió usar como base San Miguel. Fue en 1997 cuando abrió su primera oficina en Mesones. Él hacía todo—vendía, asesoraba técnicamente, viajaba. Y cuando una empresa requería consultoría, ésta podría durar meses. Así que comenzó a contratar a ingenieros que le apoyaran con soporte, servicios, etcétera. Él se avocó a la venta.
En nuestra entrevista, Balderas continuó “tenía relaciones con Centros CONACYT, Instituto Mexicano del Petróleo, MABE, TREMEC, mis primeros clientes. Todos coincidían en que no había ingenieros enfocados en el uso de la tecnología. No había ingenieros, y es cierto. Los programas educativos de ingeniería fueron creados para dar soporte a las industrias de generación de energía, mantenimiento, producción, calidad, eso te enseñaban. No fueron los programas académicos diseñados para desarrollar productos nuevos. Preparaban ingenieros que supieran cómo operar una planta, seguridad, mantenimiento, no con enfoque de desarrollo de productos, innovación, no”.
Por eso, pensó que sería importante abrir una escuela de ingeniería en San Miguel. Y luego de preparar el programa académico a inicios de 2000, la SEP Guananajuato (luego de dos años) le devolvió la carpeta porque, no había quién la revisara. Ya con edificio listo para clases, pero sin autorización de programas, el proyecto fue llevado a la Universidad de Guanajuato, y María de los Ángeles Romero, lo hizo posible. Así el ITSSC se volvió una escuela incorporada a la Universidad de Guanajuato, e inició operaciones en septiembre 2004. El próximo año vino la preparatoria.
Balderas tiene presente el primer argumento de la SEP en el estado para no autorizar su centro de estudios: “¿En dónde van a trabajar tus ingenieros, en San Miguel no hay industria?”. Su respuesta fue concisa “no son para San Miguel, son para que trabajen en el mundo. En donde se les dé la gana, se necesitan ingenieros en todo el mundo”, ahora solo es una voz que nunca tuvo eco. “No creas una universidad porque hay industria, la industria puede llegar porque tienes la preparación” acotó. Hoy orgulloso está porque sus ingenieros están en Estados Unidos, en Europa, en Sudamérica, y hasta en San Miguel.
Halcón II
Grupo ITSSC ha facilitado (y facilita) sofware a empresas “pequeñas”, pero con proyectos. Ahora es socio con Horizontec. La compañía responsable del diseño, creación, y fabricación del Halcón II, el avión ligero que luego de 80 años nace y se fabrica en México.
De hecho, el Halcón fue la estrella del Foro Aeroespacial del Bajío el mes pasado. La creación es por Giovanni Angelucci. Este proyecto de avión, recibió un apoyo fuerte por Fernando Balderas cuando fue presidente del Consejo de Atracción de Inversiones del Estado de Guanajuato, porque le vio futuro. Cuando presidió ese consejo, insistió en que se apoyaran las empresas de base tecnológica.
De hecho, la idea era que Horizontec se instalara en San Miguel, sin embargo, luego de revisar más de 25 posibles espacios para aeródromos, ninguno ha sido apto. Lo que sí, es que ese posible aeródromo no está pensado únicamente en Horizontec, sino para una vocación de turismo, salud, emergencias, para San Miguel que tiene hoteles de calidad mundial, premios internacionales… Finalmente, Horizontec estará basada en Celaya, donde podrán usar el aeropuerto.
Fernando Balderas, orgulloso de ser parte impulsora del Halcón II nos dijo “es un avión ligero, para dos personas. Primer avión mexicano en los últimos 80 años.
Ya vuela, tiene pedidos. Es para escuelas de pilotos. Si quieres tu propio avión éste costará unos 150 mil dólares. Puedes llegar a la playa en una hora y media. Usa Gasolina premium. Cuenta con paracaídas balístico, es decir si algo ocurre, el avión cae completo. Los materiales son compuestos de alta tecnología. Está diseñado y construido en Guanajuato. Ahora lo que resta es que se acredite para producirlo en masa. Requiere 40 horas de vuelo, 50 aterrizajes y despegues. Es un proyecto del que deberíamos verlo orgullosos. Giovanni Angelucci es mexicano, trabaja con él ingenieros mexicanos. Es una demostración que podemos hacer las cosas”.